COACHING PERSONALIZADO
La llave maestra de las relaciones:
DESCIFRANDO EL CÓDIGO DE LA CONFIANZA
Escribe: RODOLFO N. NABHEN
Despertar confianza es la clave fundamental para nuestra calidad de vida y para nuestras relaciones con los demás. Si no confían en nosotros se nos cierran todas las puertas en aquellos ámbitos en los que no despertamos confianza. Puede ser en el trabajo, los negocios, las amistades, el amor…
Pero, ¿Qué es la confianza? Se la puede definir de mil maneras, pero lo importante es saber que la confianza es una Emoción. Sí una emoción. Las personas confiamos en alguien cuando “sentimos” que ese alguien es confiable. ¡Y la confianza no se puede exigir! No puedo decirle a otro “¡tenés que confiar en mí!” ¡No sirve para nada hacerlo! El otro la siente o no la siente.
Por ello, cuando considero que no despierto la suficiente confianza en otros, es el momento de chequear en mí en qué medida están presentes los elementos que la forman y tomar las medidas correctivas que sean necesarias. La confianza se genera por la presencia de cuatro elementos fundamentales: la Sinceridad, la Competencia, la Responsabilidad y el Involucramiento. Veamos en qué consiste cada uno de ellos.
La Sinceridad: “Es expresar en voz alta y a través de acciones lo que realmente sentimos, de manera que los demás se den cuenta de ello”. Esto no significa, por ejemplo, que si alguien piensa que una persona es estúpida, deba decírselo abiertamente en aras de la sinceridad. Existen reglas para la buena convivencia que son dictadas por el sentido común y que deben ser conocidas y aplicadas por todos. Ser sincero es decir la verdad de una manera respetuosa y constructiva. Ser sinceros también significa no tener dobles intenciones. Es elogiar al otro porque se lo merece y no porque sea conveniente para quien expresa el elogio caerle bien a quien lo recibe. Quizás pienses: ¿Cómo una persona va a darse cuenta de si tengo o no intenciones ocultas? ¿Acaso los otros pueden leer la mente? La respuesta a ambas preguntas es “ni”. La “n” nos dice que no es posible que los otros decodifiquen lo que no expresamos. Pero la “i” nos alerta de la existencia de un radar muy preciso que todos los seres humanos tenemos y que nos da alarma cuando advertimos que lo dicho por otros no guarda relación con lo realmente sentido. El cuerpo humano transmite mucho más que las palabras y todos estamos “equipados” para percibir sus señales. Podemos engañar a otros pareciendo sinceros, cuando realmente no lo somos, pero por poco tiempo…
La Competencia: “Ser competente es tener las habilidades y los conocimientos necesarios para cumplir satisfactoriamente con lo que se ha declarado cumplir”. ¿Por qué, por ejemplo, confiamos en la competencia de un médico? Esto ocurre cuando el profesional diagnostica consistentemente de manera correcta y prescribe los tratamientos adecuados para superar las dolencias. También confiamos en su competencia cuando es sincero y nos manifiesta que él no es la persona adecuada para ocuparse de nuestro caso particular, pero nos deriva a otro profesional que sí pueda atender nuestra enfermedad. Es decir que confiamos cuando, de modo directo o indirecto, alguien nos brinda una solución acertada al problema que tenemos. Jamás digas que podés hacer algo si sinceramente no lo podés hacer bien. Si aceptás, debés estar seguro de que podrás satisfacer las expectativas de la persona con quien te comprometés. Al actuar siempre en coherencia con este principio, las personas te juzgarán competente.
Responsabilidad: “Los demás nos juzgan como personas responsables cuando construimos una trayectoria de cumplimiento de nuestros compromisos”. Cuando hablamos de responsabilidad, es necesario hacer hincapié en la importancia que tiene saber y poder decir “no”. Pronunciar este monosílabo es muy fácil desde lo verbal, pero muchas veces es muy difícil desde lo emocional. A todas las personas, en general, nos cuesta decir “no”. Son muy pocos los que pueden decir que son altamente eficaces en esto. Nos cuesta decir “no” por miedo a herir al otro o a no ser queridos o a ser rechazados. Sin embargo, fijate que diciendo que “sí” cuando tenemos que decir “no” (porque no podemos, porque no sabemos, porque no tenemos tiempo o ganas), logramos que los demás terminen considerándonos irresponsables. Suponé que tenés muchas cosas que hacer y recibís diferentes pedidos de ayuda de amigos, compañeros de trabajo o jefes. Como temés las consecuencias del “no” en las relaciones, comenzás a decir “sí” de manera casi automática y –tarde o temprano– llegarás a un punto en que no podrás cumplir con tus compromisos. Entonces, darás excusas en algunos casos y, en otros, hará las cosas a las apuradas y con un menor nivel de calidad. ¿Qué opinión habrás generado en los demás con esta manera de actuar? Es muy probable que piensen que sos irresponsable y poco confiable. ¿No es mejor decir “no” antes, explicando las razones y buscando la manera de hacerlo de otro modo o en otro momento? Con esta respuesta, o inclusive diciendo un legítimo “no sé” o “no puedo”, los demás sentirán que vos sos una persona seria y responsable. Pensá muy bien antes de decir “sí” por no quedar mal…
Involucramiento: “Decimos que una persona está involucrada cuando sentimos que le importa lo que a nosotros nos importa y recibimos de ella la atención que esperamos”. ¿Cuántas veces comentamos algo de nuestro interés a alguien y nos damos cuenta que ese alguien está distraído, en otra cosa? Varias veces, ¿verdad? Ante la reiteración de situaciones similares con una determinada persona, ¿Seguimos confiando en ella? Seguramente no tanto… Para ser confiables, es preciso tener el involucramiento que las circunstancias exigen en cada caso. ¡Siempre!.
En definitiva, si te proponés ser sincero/a, competente, responsable e involucrado/a en la forma descripta irás generando una imagen creciente de confiabilidad que te asegurará una vida más feliz y exitosa. ¡Pensalo!
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