lunes, 26 de agosto de 2024

VILLA DEVOTO

RELATO


UN PASEO IMAGINARIO AL FUTURO

Escribe: NORBERTO PEDRO MALAGUTI
Presidente de la Junta de Estudios Históricos de Villa Devoto
Vecino de Villa Devoto


Una imagen imaginaria de cómo habrá sido aquel recorrido desde el centro porteño
a esas tierras por urbanizar


Mañana muy especial de un Diciembre de 1888 con esos aromas de una primavera avanzada que solían percibirse en las madrugadas.

Era difícil imaginar la llegada de los agitados años de crisis sociales y políticas que en el 90 llevarían a la caída del presidente Juárez Celman, pero si eran muchos los que la sufrían en sus magros salarios.

Como cochero de Don Antonio Devoto se hizo cargo de que la victoria estuviera impecable, los dos caballos negros relucían lustrosos, se ve que el carrero los había cepillado aun con más esmero que nunca, ya que sabía que tendría unos pasajeros muy especiales.

Subió al carruaje y se dirigió a la residencia de Don Antonio Devoto.

Al llegar a la propiedad de la calle Reconquista, descendió y golpeó un par de veces la artística albarda, no se hicieron esperar, detrás de esa majestuosa puerta aparecieron elegantemente vestidos tres personajes muy conocidos en la sociedad porteña.

El primero en saludar fue Don Antonio, con su peculiar cordialidad que lo caracterizaba, le indico que con el arquitecto Juan Buschiazzo y el ingeniero José María Morales debían trasladarse a ver una finca mas allá del pueblo de Las Catalinas, próximo a límites de San José de Flores, le entrego un rollo de papel azul con un simple mapa con referencias de lugares, de las rutas y sendas que debía tomar.

Procedió a acomodar unos pequeños bolsos mientras los pasajeros se sentaban en el vehículo.

Observo con detenimiento el plano del recorrido para memorizarlo y luego con un pequeño sacudir de las riendas alerto a los caballos y se inicio la marcha.

Morales era el que mas conocía esa finca, dando detalles de la conveniencia de la adquisición de la misma. Afirmaba que los herederos de la propiedad habían viajado de Guscoaga región del país vasco con el único interés de deshacerse de gran parte de esa propiedad.

Les explicaba, que al ser una finca unitaria bastante extensa, que otrora había servido de pastoreo vacuno para un tambo de leche propiedad de los Altube, era ideal para encarar un emprendimiento inmobiliario de gran magnitud.

Antonio pregunto, más importante que el realizado este año en Palermo?

La respuesta fue un si categórico, su urbanización podría comprender aberturas de calles, plazas y avenidas la posibilidad de lotear más de doscientas manzanas.


Antigua Estación Antonio Devoto del actual Ferrocarril Urquiza

Antonio asintiendo con su cabeza, recalco que además tenía entendido que era una zona alta, de aires sanos, lejos de las miasmas que se habían hecho recurrentes en el centro de Buenos Aires.

Mientras conducía era inevitable escuchar sus encendidos diálogos, primaba el entusiasmo pero debía seguir atento a un recorrido totalmente nuevo para él.

Ya se encontraba transitando el camino algo sinuoso que llegaba al pueblo de San Martin y luego de cruzar las vías del ferrocarril al Pacifico, reviso nuevamente el plano y se dispuso estar al máximo atento para ver cuando debía girar a la izquierda y tomar un camino que era el límite del pueblo de San José de Flores.

Buschiazzo comento que Clark, quien le había pasado el dato de esa propiedad era un ducho en recorrer esos pagos. Morales le retruco, como para no estarlo con sus intereses en el ferrocarril al Pacifico.

Antonio que parecía en más reflexivo, agrego con picardía, además se lo recuerdan los propietarios por las deudas que tiene su empresa por el permiso de recorrer esas tierras.

Los tres rieron, pero el cochero no se animo.

Morales dio el aviso, señalando a un par de personas que les hacían señas y al llegar se detuvieron.

Efusivos saludos, mientras el cochero preparaba un balde para dar de beber a los caballos.

Ni por casualidad podía imaginarse ese paseo al futuro, sobre todo porque pocos años después estuviera viviendo en esos lejanos pagos, que llevaría el apellido de su empleador.

Villa Devoto.

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