miércoles, 10 de julio de 2024

VILLA DEVOTO

RELATOS


LOS AMORES DE JUAN

Escribe: NORBERTO PEDRO MALAGUTI
Presidente de la Junta Histórica de Villa Devoto


Aquel pequeño poblado a orillas del río Avon, conocido como Stratford, era el famoso lugar donde había nacido en 1616 nada menos que William Shakespeare, símbolo máximo de las letras de Inglaterra, también su yerno el Doctor John Hall quien se casaría con Susana una de las hijas de William.

Tiempo después, precisamente dos siglos más tarde también nacía en aquel poblado un homónimo a aquel Doctor, un niño que fue bautizado curiosamente en una iglesia católica con el nombre de John Oswald Hall.

¿Tendría algo que ver con ese desaparecido yerno?

Podría imaginarse ese niño, que él y su familia serian visitantes del mundo, pues ninguno de sus hermanos se quedo en su nativa nación.

John, que le gustaba que le dijeran Juan, ya con algo más de veinte años, opto por tener su lugar de residencia en Buenos Aires, precisamente en la Parroquia de Catedral al Norte, con su negocio de importación de té de Oriente.

Viajero consecuente, hasta que en la primera década del siglo veinte, seguramente informado por sus vecinos Rosa Viale y Antonio Devoto, se entusiasmo con un nuevo pueblo y compro algunas manzanas pegadito ahí nomas de las vías del trencito, el ferrocarril Lacroze, rincón llamado Villa Devoto donde se afincaría definitivamente.

Fue su hogar, casa y jardines, donde vivió rodeándose de su servicio de mucamas, chofer, cocinera, ama de llaves, hasta que cuando empezaron a multiplicarse sus viveros se sumaron los jardineros.

Pero sobre todo, aprovechando sus viajes, iba acumulando una colección de orquídeas de todo el mundo que lo hiciera famoso, más allá de los límites de su nuevo barrio.

Los domingos como buen católico, adornaba con flores los altares de la iglesia de la Inmaculada, el primer templo del barrio.

Pero no era un ermitaño, sabia relacionarse con personas de relevancia social, muchas de su colectividad, aunque no asistiera a la capillita anglicana de la calle Lacar.

Excelente jugador de bridge, motivo de habituales reuniones, siempre pulcro que destacaba su porte elegante y bella figura, además en los importantes encuentros lucia siempre una orquídea en el ojal de su saco.

Seguramente esa presencia florida se llevaba la admiración de los visitantes, tales como Roca, Quintana, Beiro, Devoto, por citar algunos.

Sus viajes a Oriente eran frecuentes donde poseía importantes propiedades y era fuente para obtener nuevas y exóticas orquídeas.

Semejante afable personaje era codiciado por algunas damas de la Villa, quien de ellas no querría ser obsequiada por aquella orquídea de su solapa o algo mas, pero parece que le era difícil desprenderse de ellas.

Y aunque amara a las mujeres, nada podían competir con su pasión por las orquídeas.

El invierno ofrecía escasas flores a su vocación, sin embargo ese Julio lo tenia embriagado con sus orquídeas Phaleanopsis sobre todo una de ellas por su fucsia inigualable.

Después de un frugal almuerzo, se vistió con sus más elegantes ropas, y, como era su costumbre eligió aquella orquídea tan especial, se la coloco en el ojal del saco, aviso a la ama de llaves que se ausentaría por unas horas y partió a la estación del trencito.

No regreso a la hora del té como era habitual, mientras tanto su cocinera un par de horas después preparaba las vituallas para la cena.

Ya oculto el sol, se escucharon los pasos del Señor Juan, se le aproximo uno de los jardineros y le comento de algunas tareas, de realizar necesarias compras y que había concluido su faena sin mayores novedades.

Hombre distraído el jardinero, no noto que esta vez Juan no llevaba su tradicional orquídea en el ojal.

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