ANIVERSARIO
EL BARRIO CUMPLIÓ 135 AÑOS
Y lo festejó en la plaza Arenales!
Organizado por la Subgerencia de Atención y Participación Ciudadana de la Comuna 11, el día 12 de abril se realizó un acto en la plaza Arenales para celebrar el 135º aniversario de Villa Devoto.
Si bien la fecha oficial de cumpleaños es el 13 de abril, la comuna decidió realizar la ceremonia el día anterior para poder compartirla con alumnos de escuelas primarias y secundarias de la zona.
Y así fue. A las 14 horas comenzaron las actividades que se fueron desarrollando a lo largo de la tarde con la presencia de delegaciones de estudiantes acompañados por sus docentes del Colegio Fasta San Vicente de Paul, Villa Devoto School, Escuela de Educación Media Nº3 “Antonio Devoto”, escuela primaria Nº15 DE17 “Antonio Devoto”, entre otras. También se dieron cita dirigentes de entidades de la sociedad civil como son la Junta de Estudios Históricos de Villa Devoto, Asociación de Fomento de Devoto, Junta de Estudios Históricos de Villa del Parque, las autoridades locales estuvieron representadas por Antonella Guzzini y Fabiana Satriano, funcionarios y empleados de la comuna, miembros de agrupaciones zonales, periodistas y vecinos.
La ceremonia comenzó con el izamiento de la bandera argentina y la entonación del Himno Nacional orquestado por la Banda Sinfónica de la Policía de la Ciudad dirigida por el Maestro Jorge Silveyra, que luego siguió deleitando al auditorio presente con temas de nuestro cancionero popular.
A continuación, un show sorprendió al público infantil con trucos de magia y una actuación que entretuvo y mantuvo atento a los más pequeños.
Y como no podía ser de otra manera hubo un momento para recordar y honrar a los fundadores y pioneros del barrio, en la palabra de Norberto Malaguti, presidente de la Junta de Estudios Históricos de Villa Devoto quien hizo un breve y entretenido racconto de cómo nació el barrio, la figura trascendente de Antonio Devoto y cómo era la zona en aquellos primeros años.
Completaron el acto una presentación de Danzas Folklóricas conducidas por el profesor Juan Perrota y cerró bien arriba la cantante China Ramírez al mejor ritmo de la mejor cumbia argentina.
Dentro del predio también se colocaron puestos ambientales y estaciones saludables que brindaron información y asesoramiento a los vecinos de las buenas prácticas y hábitos beneficios.
"Colito" parado en su puesto de diarios
y promocionando la donación de sangre,
algo que él practicó a lo largo de toda su vida
VECINO INOLVIDABLE
y promocionando la donación de sangre,
algo que él practicó a lo largo de toda su vida
FORTUNATO NICOLÁS TROISI “COLITO”, EL CANILLITA DE VILLA DEVOTO
En los últimos años Villa Devoto fue cambiando aceleradamente. Aquel bucólico barrio que muchos de nosotros conocimos, con vecinos “de toda la vida” que se enorgullecían de vivir en un rincón de la ciudad donde imperaba una tranquilidad casi pueblerina, con deslumbrantes residencias e imponentes jardines, callecitas tupidas de árboles irremediablemente silenciosas, cualidades todas que dieron lugar a bautizarlo como el jardín de Buenos Aires va quedando cada vez menos y va transformándose conforme a lo que algunos denominan “progreso” en un espacio residencial distinto que también conlleva cambios generacionales y nuevos estilos de vida donde los vínculos comunitarios se construyen de manera diferente.
De aquellos años quedan recuerdos de vecinos entrañables como fue Fortunato Nicolás Troisi, al que muchos conocieron como “Colito”, el canillita del barrio. Él fue un testigo indiscutido del desarrollo de la zona y tuvo en un momento de su vida la sabia decisión de dejarlo plasmado en un libro: “La Villa Devoto que vi crecer”. Un volumen que recopila la historia del Devoto desde la mirada, las vivencias y las anécdotas del autor.
Colito nació el 1º de junio de 1915 en Villa Devoto. Allí desarrolló toda su vida familiar y laboral.
Su familia fue fundadora del reparto de los diarios matutinos y vespertinos en Villa Devoto “cuando no existía la televisión, ni la radio, ni los transistores…” como relata en su libro.
Aprendió el oficio de la mano de su padre, Nicolás Troisi y de su mamá María Penna. Como su progenitor y todos sus hermanos, él, el cuarto de nueve hijos (…) siguió el mismo camino.
En un pasaje de su libro relata cómo era aquella vida: “Ir a buscar los diarios al centro de madrugada, ir imprenta por imprenta con un fardo al hombro hasta el tranvía 86 que salía de 25 de Mayo y Corrientes cada treinta o cuarenta y cinco minutos de intervalo, no se podía perder por el horario…”
“Los primeros diarios que salían se traían llegando a Devoto a las cuatro y cuarenta y cinco, quedando en las imprentas con las otras cargas mi señor padre y mi segundo hermano, Mateo…”
“Sacando el barrio residencial cerca de la estación, lo demás era una casa que otra, chacras, quintas, alfalfares, montes de fruta, campos de pastoreo y hornos de ladrillos.
“Nos veíamos obligados a repartir en caballo o sulky con buenos animales, por los grandes barriales fangosos.
“El vecino ansiaba fervorosamente la noticia escrita que dependía del canillita, que sin barrera ni frontera cumplía su misión, en la fecha y hora, con piadosos sacrificios”.
Desarrollando esta actividad, “Colito” aprendió desde chico a conocer la Villa recorriéndola al son de su voz pregonera y supo de las alegrías o tristezas de cada casa, hecha o haciéndose, y vio como los niños se hacían hombres y procreaban otros niños, parecidos a ellos, que perdurarían su estirpe. Y sintió que la tierra de la villa, de la plaza, del hospital, de la cárcel que se enclavó en un extremo fangoso y abandonado y de las varias, muchas, quintas y de los extendidos alfalfares, brotaba una poderosa ansia de ser una próspera comunidad.
“Colito”, el canillita de Villa Devoto, no solo era portador del periodismo escrito sino que nutría la curiosidad vecinal con su propia relación hablada de los hechos de la localidad, manteniendo siempre un respetuoso cuidado de la intimidad de su prójimo. En determinado momento de su vida tuvo la necesidad de contar la historia de su barrio, quiso dejar escrito, como una contribución al recuerdo de su tierra, la que lo vio nacer, crecer y donde formó su hogar junto a su esposa Esther García, compañera de vida y madre de su hijo Alberto Nicolás.
Otro aspecto que refleja la bondad de Nicolás Troisi fue su afán de ayudar al prójimo y lo hacía siendo un permanente donante de sangre. Comenzó con esta misión a los 20 años de edad y continuó haciéndolo a lo largo de los siguientes 30 años, llegando a donar más de 42 litros de su sangre. Por esta loable tarea recibió varias medallas de oro, de plata y pergaminos.
En su libro dedicado a Devoto explica que despertó esta vocación que nació de un profundo agradecimiento: “Una de las primeras transfusiones de sangre que se empezaban a conocer en el mundo, descubiertas por el doctor argentino Luis Agote, fue recibida por mi madre en el Hospital Italiano en el año 1926.
Y “Colito” cuenta que cierto día su madre estaba repartiendo periódicos con el sulky tirado por caballos de andar, cuando uno de los animales le dio una patada. La mujer, que estaba embarazada, comenzó a sufrir una hemorragia. La lentitud de los transportes de aquella época y la distancia que la separaba de poder acceder a los primeros auxilios, hizo que llegara al hospital casi sin pulsaciones.
Los médicos que la auscultaron en un primer momento la dieron por desahuciada, pero la mujer con hilo de voz llegó a decirles “Non sono morto”. Entonces los doctores optaron por hacerle una transfusión que resultó exitosa, salvando la vida de ella y la del hijo que llevaba en el vientre.
En ese entonces “Colito” tenía tan solo 10 años. Pero el acto de aquel “dador anónimo que de su vida dio sangre con tanto amor y desinterés” despertó un profundo agradecimiento y la promesa que al llegar a la mayoría de edad él también se convertiría en donante. Y vaya si lo cumplió!
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