RELATOS DE VILLA DEVOTO
ENCUENTRO EN OTOÑO
Escribe: NORBERTO PEDRO MALAGUTI
El rigor de los primeros de los primeros días de Abril han ido desnudando los plátanos, sus veredas están cubiertas de una alfombra marrón extensa que parece ondular con alguna brisa.
Hace poco tiempo que Oran ha cambiado de nombre, pienso, que representa ese nombre de un personaje que me es ajeno. Trato en mi marcha de evitar esas grandes hojas para no afectar el reciente lustre de mi calzado, tarea que además me es de enorme desagrado.
Allí voy a ese encuentro, bastante abrigado lógicamente pero que le quita elegancia a mi figura, esa que se supone se representa en los jóvenes años.
Mis pasos me llevan hacia la avenida San Martin, en busca del colectivo, pues el encuentro es en una confitería de Medrano y Rivadavia.
Que sorpresa me llevare esta tarde, ya que Jorge me espera con su novia y una amiga, pues conociendo mi extrema timidez quiere como él dice, desea socializarme con el sexo opuesto.
No puedo negar que me invaden los más diversos sentimientos, ansiedad, vergüenza, miedo a la torpeza, no estoy preparado para esas situaciones
Pero como hijo único, abundancia de primos varones y una escuela unisexual, estoy sufriendo mucho este encuentro.
Me repito en el viaje que palabras decir, como actuar, pero sé que no hay encuentro más incómodo que una cita a ciegas. Encima tengo una injusta fama de "engrupido", pero cuido mi imagen del ridículo y la vulgaridad, que suelo trasladarla a los demás, lo cual es muy injusto.
Ese viaje de unos veinte minutos, lo sentiré muy largo, mi amigo que me conoce muy bien me advirtió: "quédate tranquilo, es una piba a tu medida, piensa y siente cosas que se parecen mucho a vos", esforzándose en ejemplos, pero mi incertidumbre me hace dudar de todo.
Pero porque habría de engañarme?
No puedo mentir, en varios instantes, cuando el vehículo se detenía en alguna parada me venía un impulso de bajarse y descender. Podía ser tan estúpido, y tan descortés?
Final de recorrido, desciendo último, creo que al verme en el espejo retrovisor estaba pálido.
No fue difícil ubicar la confitería, estaba en la misma esquina, un edificio algo antiguo, muy bien conservado, con ingreso por tres puertas vaivén diferentes, en sus vidrieras muy amplias se lee "Las Violetas, respire hondo tome valor e ingrese.
Mi mirada busco encontrarlos, pero la voz de Jorge hizo que girara mi vista hacia la izquierda allí casi a escasos metros estaban los tres.
Al arrimarme a la mesa Jorge facilito todo, me anuncio, aquí esta Juan Carlos, mi mejor amigo, acomodo una silla donde me senté casi como un autómata, y siguió ella es Cristina mi novia y te presento a su amiga Mary.
Mary, era rubia, pelo enrulado, relativamente corto, su carita de adolescente con cierto rubor en sus mejillas asemeja a una manzanita deliciosa, unos ojos verdes parecían iluminar aquel momento.
No sé porque pero pensé que ese encuentro era significativo, Mary emanaba una sensación de paz y naturalidad que normalizo mi pulso.
Casi de inmediato me recrimine que tanta estupidez había girado en mi cabeza antes de ese encuentro.
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