MUJERES QUE HACEN Y TRANSFORMAN…
CARINA ROMERO
Una artista que va surcando caminos que dejan huellas para las nuevas generaciones.
A lo largo y a lo ancho de nuestro país, en nuestra ciudad y en nuestros barrios, miles de mujeres van sembrando senderos virtuosos en diversos ámbitos de la vida. De alguna manera son precursoras que allanan y facilitan el trayecto de quienes deciden seguir una huella similar.
Este es un espacio dedicado a esas mujeres que en nuestro territorio cumplen esa función y sus vidas son un ejemplo a seguir. Una de ellas, sin duda, es Carina Romero.
Carina descubrió desde muy chica su amor por las artes, una vocación que la llevó a formarse desde muy temprana edad en danza clásica y contemporánea, llegando a obtener en el año 2004 el título de Profesora Superior de Danzas Nativas y Folklore .
Y lo que hasta ese momento era pura expresión artística, pasó a convertirse también en su profesión.
Como pocos afortunados, Carina decidió dedicarse a pleno a su pasión y pudo concretar vivir y sostenerse en este quehacer, combinando la actuación en diversos escenarios con la docencia.
Se destaca haber sido finalista en el Certamen para Nuevos Valores Cosquín 2003 (Córdoba) en el rubro pareja de tango tradicional y haber participado en The first Tango Festival en el marco de los Trex Games 2008, en Bursan, Corea del Sur.
En el plano profesional realizó espectáculos de Tango y Folklore Argentino para turismo nacional y extranjero en teatros emblemáticos del Sur de nuestro país y más tarde pasó a formar parte de elencos artísticos en cruceros que le permitieron viajar y hacer trascender nuestra música y nuestra danza folklórica en todo el mundo.
A partir de 2012 Carina decidió, a la par de seguir montando espectáculos en cruceros, volcar su experiencia en la realización de shows en Argentina. De esta manera, pasó a integrar grupos profesionales de danza independientes y autogestivos.
En 2023 formó la Compañía de danza profesional COMPAÑÍA ARGENTINA VIVA de Carina Romero la cual dirige y en la que además se desempeña como coreógrafa y bailarina. Es desde esta Compañía que presentó con gran éxito la obra Latidos de mi Tierra cuya premisa fue transmitir al espectador parte de nuestro acervo cultural a través de una original propuesta que articula tango, folklore y malambo con canto y música en vivo.
Como docente, desde el año 2012 a la actualidad se desempeña como profesora en la Escuela Superior de Educación Artística de Danzas Nº2 “Jorge Donn” (Comuna 10) en las cátedras Tango, Danzas Folklóricas e historia de la Danza Folklórica Argentina. Además, a partir de 2017 se desempeñó como directora y coreógrafa del Ballet Institucional de Tango y Folklore de esta escuela.
Como corolario de esta enorme trayectoria, en 2022 fue nombrada miembro del Consejo Internacional de Danzas Unesco.
Nuestro medio tuvo oportunidad de conversar con ella y nuestra principal pregunta fue ¿Qué mensaje le darías a las nuevas generaciones de bailarines y a las personas en general?
A las y los bailarines jóvenes que quieren dedicarse profesionalmente a la danza les diría que se preparen siempre, estudiando, tomando clases, ensayando, porque se puede vivir del arte, pero hay que capacitarse mucho y de manera constante. Si queremos que sea un trabajo hay que tomarlo como eso y darle el espacio y tiempo necesario en nuestras vidas para desarrollarnos como artistas, y para que luego el público en general lo valore y lo respeto como tal.
Hay un trabajo físico importante de entrenamiento y elongación para tener un buen rendimiento y evitar las lesiones que son muy comunes en la danza. Tener disciplina, buena alimentación y descanso para poder rendir al máximo.
Y además también existe un trabajo muy intelectual en la danza, en el momento de aprender las coreografías, desplazamientos, ubicaciones respecto a las otras personas. Cuando se baila en grupo “hay que ser grupo” en el sentido de estar muy atento y coordinado con lo que hace el resto de las y los bailarines. Suele ser una tarea más compleja el bailar en grupo que bailar solo o con un compañero/a. Y también el trabajo intelectual de comprender nuestro folklore, sus regionalidades, la idiosincrasia de los pobladores para transmitir la esencia en la danza. Santiago Ayala “El Chucaro” decía … “el bailarín cuando es bailarín, y se para en algún lugar de América, si es buen bailarín, si es buen poeta, si es buen músico… la tierra se le sube por las piernas como la savia a las plantas… y le maduran las piernas, y le florece la cabeza, y el bailarín danza”…
A la gente en general le recomiendo que se acerque a la danza, que no tenga miedo, que tanto la danza folklórica como el tango son danzas populares por lo que cualquier persona puede bailarla y sentirse a gusto, más allá de su edad, altura y posibilidades o condiciones físicas; a diferencia de las danzas académicas como es la danza clásica, por ejemplo, que tiene una estructura y técnica mucho más rígida y en ocasiones antinatural porque no son danzas populares.
Por otra parte, quiero subrayar el valor de la originalidad, la búsqueda y el aprendizaje constante, que también es lo maravilloso del arte ya que nunca se acaba… siempre se puede seguir creando, recreando, progresando, “dando una vuelta de tuerca” a lo que hacemos y “TRANSFORMANDO”.
El arte sin duda transforma realidades, nos conecta con lo sublime, nos hace salir de la cotidianidad para alcanzar algo más elevado. Y qué maravilloso es cuando el público se emociona con lo que ve o le trae recuerdos de su infancia, de sus pagos, etc. Ahí es cuando podemos decir que “lo hemos logrado” porque más allá de la estética o destreza pudimos comunicar y a la vez pudimos trascender en nuestro arte.
La danza en general nos produce bienestar físico y mental, desarrolla nuestra motricidad, coordinación y percepción. En el tango, por ejemplo, que es una danza que se baila completamente abrazado, es importantísimo desarrollar la propiocepción (percepción de nuestro cuerpo) y la percepción del cuerpo ajeno (de la otra persona con la que se baila). Lo mismo sucede con las danzas folklóricas, que si bien muchas de ellas no se bailan abrazadas exigen gran percepción para poder comunicarse con su compañero/a.
En conclusión, lo bello de la danza es que desde el movimiento MOVILIZA también a quien está aparentemente quieto en una butaca.
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