miércoles, 24 de enero de 2024

CIUDAD DE BUENOS AIRES

PROYECTO COMUNITARIO...


CREACIÓN DE UNIDADES DE DEFENSA CIVIL COMUNALES Y RED DE VOLUNTARIOS 


Estarían destinadas a brindar ayuda a vecinos que lo necesiten ante determinadas contingencias y/o eventos extraordinarios. Del mismo modo, serían ideales para llevar adelante campañas educativas y de prevención para la salud ajustada a la necesidad de cada territorio y de segmentos poblacionales.


Escribe: Lic. MÓNICA RODRÍGUEZ


Como todos sabemos la Ciudad de Buenos Aires, a partir de su autonomía y su Constitución, dispuso la creación de las Comunas “como unidades de gestión política y administrativa con competencia territorial”.

Dentro de esta competencia territorial se hace indispensable que las comunas tengan a su alcance el poder para actuar ante determinadas emergencias y contingencias de diferente envergadura. Para ello deberían contar con los instrumentos necesarios, tanto materiales recursos humanos y presupuestarios para dar una rápida respuesta a su comunidad.

Si bien a nivel de la Ciudad, existe la Dirección de Defensa Civil, ante contingencias generalizadas como pueden ser inundaciones, cortes de luz masivos y prolongados, una pandemia, una tempestad como la que vivimos el pasado 17 de diciembre, demuestran que una única dependencia centralizada dispone de una capacidad limitada para accionar de manera rápida en todos los barrios de la ciudad y debe privilegiar en la atención las situaciones más extremas dejando de lado otras que también pueden ser muy traumáticas para quienes las están atravesando.

Inundaciones de 2013 (y otras...)
Esa distancia que jamás puede ser subsanada por un organismo centralizado que está lejos de la gente, podría tener una alta efectividad si existieran además
 15 unidades de Defensa Civil descentralizadas, una por cada comuna. Desde estos espacios sería más sencillo instrumentar un relevamiento con un registro digitalizado de adultos mayores que vivan solos en cada barrio, hogares con personas electrodependientes, familias con niños en la primera infancia y/o con convivientes con algún grado de discapacidad, hogares vulnerables. Ante una emergencia, eventos extraordinarios o determinadas políticas de desarrollo humano que quieran llevarse adelante, instrumentarlas desde estos espacios significaría una asistencia más rápida, más eficiente y más eficaces.

Es decir, las Unidades de Defensa Civil Comunales estarían en condiciones de llevar a adelante operativos de manera orgánica y con celeridad, conforme a los protocolos que se establezcan.

Ante los cortes de luz masivos
y prolongados, la ciudadanía
requiere asistencia
Para ello deberán contar con una dotación de materiales, móviles, personal capacitado y recursos económicos acordes al fin a cumplimentar.

Paralelamente se podría crear una RED DEL VOLUNTARIOS integrada por agentes multiplicadores capacitados por personal especializado de cada unidad, de manera que tanto la red como las unidades conformarían equipos que podrían actuar de manera coordinada para asistir en emergencias, situaciones de crisis, campañas y programas dirigidos a la comunidad.

En este sentido, estas unidades también podrían ser centros de capacitación abiertos a la comunidad para dar cursos de primeros auxilios, RCP, seminarios y clases dirigidas a diferentes grupos etarios.

Actualmente ante cada contingencia que sufren los habitantes de la ciudad, hay un grado importante de improvisación y desprotección, fundamentalmente de los sectores más vulnerables que son los primeros que deberían ser atendidos. Las respuestas se dilatan y la población queda librada a su suerte o a la ayuda que le puedan brindar vecinos y/o familiares, hasta tanto los organismos a cargo puedan llegar, y a veces pasan días o no llegan nunca.

Durante la pandemia fueron los
clubes y asociaciones de la
sociedad civil quienes más 
ayudaron a las personas vulnerables
Quienes ya tenemos cierta edad recordamos que hemos atravesado varias experiencias de este tipo.

Para no irnos demasiado lejos, podríamos mencionar el 2 de abril de 2013, cuando en medio de una importante tormenta la ciudad quedó tapada por el agua, miles de hogares resultaron inundados y los estragos del agua produjeron masivos cortes de luz que se extendieron durante semanas, con ello también en los edificios de altura se cortó el suministro de agua porque las bombas no funcionaban para elevar el líquido hasta los tanques de almacenamiento. En ese momento, hubo niños, personas con discapacidad, enfermos y adultos mayores que quedaron encerrados en sus departamentos días y días porque al no haber ascensores, si tenían alguna dificultad para movilizarse, tampoco podían hacer uso de las escaleras. Y solo la buena voluntad de los vecinos o de algún familiar que se acercara, podía suplir la falta de agua y alimentos, que debía tener un abastecimiento diario porque al no tener luz tampoco podían refrigerar los productos perecederos, ni que hablar de aquellos que tenían que cargar baldes subiendo pisos y pisos para poder mantener las mínimas condiciones de higiene en sanitarios y cocinas...

Otro ejemplo lo vivimos en la pandemia del COVID-19. La cuarentena prolongada dejó a muchas familias al borde o lisa y llanamente en colapso económico al no poder trabajar y percibir ingresos para su sustento. Y si bien desde el gobierno se entregaban algunos bolsos de comidas a determinadas familias que tenían relevadas, otras miles quedaron total y absolutamente desamparados. Y donde no estuvo el Estado presente, estuvieron los clubes de barrio, las asociaciones de fomento y tantas otras entidades que preparaban y repartían comidas calientes, bolsones de alimentos y ropa a partir de las donaciones que recibían de personas y empresas generosas.

El temporal del 17 de diciembre de 2023
produjo estragos de todo tipo
(Foto: @concienciaurbana)
Podríamos comentar también miles de casos que se producen cada vez que se ocurren los reiterados, masivos y prolongados cortes de energía eléctrica.

La última contingencia la pasamos con la tormenta del 17 de diciembre de 2023. A pesar de la buena voluntad de las autoridades locales, lo cierto es que no contaron con los equipos necesarios para poder asistir a quienes estaban atravesando urgencias, ya sea porque un árbol o gruesas ramas caídas habían producido estragos, para determinar el peligro de cables tendidos en las calles o las consecuencias del embate de algún elemento contundente que había sido llevado por los vientos huracanados, llámese tanques de agua, vidrios, macetas, techos, ventanas.... Frente a estos hechos, muchos tuvieron que arreglárselas como pudieron, esperar varios días para ser atendidos e inclusive todavía hoy permanecen ramas y árboles caídos en las calles a la espera que sean levantados.

En estos casos, si existiera un cuerpo organizado de personal especializado con un equipo de voluntarios, posiblemente la gestión hubiera sido más rápida y la asistencia más efectiva.

Más allá de las circunstancias extremas, estas unidades conjuntamente con la red de voluntarios comunales son ideales para desplegar campañas educativas y de prevención para la salud, como también de asistencia social y cuidado del medio ambiente.

Cuando se trabaja en comunidad, desde el conocimiento y la organización, nacen espirales virtuosas con efectos multiplicadores que redundan en beneficio de todos.

Si para el gobierno de la ciudad esta idea es plausible, podría empezar desarrollando una experiencia piloto en la Comuna 11.

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