SERVICIOS PÚBLICOS
ENTRE EL CAOS, LA DESIDIA Y LA TRAGEDIA
En estos días se han vuelto a multiplicar en Villa del Parque, Devoto y Villa Santa Rita pequeñas manifestaciones de vecinos que reclaman para que vuelva la luz a sus hogares, en medio de cortes que se prolongan hasta varios días producto de una infraestructura obsoleta y estresada más allá de los límites de su capacidad.
El 13 de febrero por la tarde un grupo de vecinos decidió cortar Cuenca. La policía de la ciudad se apersonó para controlar la situación |
Las altas temperaturas, los cortes de luz, los alimentos que se ponen en mal estado, la falta de agua aparejada porque las bombas no pueden abastecer los tanques de reserva, las condiciones de salubridad que desmejoran conforme pasan las horas porque la limpieza sin agua se hace difícil de sostener, no solo desordenan la vida de las personas, las llevan a situaciones límites y a un desgaste físico que termina, en algunos casos, traduciéndose en enfermedades.
Quienes viven en edificios de altura no solo deben subir y bajar las escaleras para entrar y salir sino también para llevar agua a sus hogares en recipientes que les permitan realizar los menesteres mínimos y mantener la higiene que se pueda, aunque con el pasar de los días se torne imposible. Cuanto más alto es el piso del complejo edilicio en que se vive, más difícil es la tarea. Ni hablar de aquellos que tienen niños pequeños, un familiar enfermo, con alguna discapacidad o adulto mayor. En estos casos, sin ayuda y sin la solidaridad de otros, seguir viviendo en los domicilios se torna una misión imposible.
El 14 de febrero vecinos de
Nogoyá y Bolivia también salieron a la calle
Este panorama que describimos lo conocemos bien, lo hemos padecido en diferentes oportunidades, sufriendo hasta 13 días corridos sin luz, sin agua y sin respuesta por parte de la compañía ni del Estado. Solo resultó efectiva una medida extrema: salir a la calle y manifestarse. Visibilizarse y ejercer la mayor presión posible para que las autoridades tomaran cartas en el asunto y en consecuencia la empresa diera una respuesta satisfactoria.
¿Cuándo sucedió esto? En el año 2013. Diez años atrás. Pero lo que vino después no fue mejor.
Los cortes siguieron produciéndose ante temperaturas medianamente extremas (tanto en invierno como en verano). Nada cambió, a pesar que en los años subsiguientes se aplicaron tarifazos de hasta el 3.000% bajo el “canto de sirenas” que esto era necesario para que las empresas realizaran las inversiones (que nunca se vieron).
Febrero de 2020 |
Y llegamos al verano de 2023 en un escenario similar.
La dinámica siempre es la misma. Pero en este devenir, el aparente statu quo en realidad es un descenso permanente y sostenido en la calidad de vida producto de un servicio público cada vez más deficitario.
Y si bien desde el Estado cada vez que se masifican los cortes de luz, se anuncian ostentosas multas para las empresas prestatarias que no cumplen con el servicio -aunque nunca sabemos si esos pagos se hacen efectivos- y se amenaza con sacarles la concesión, la realidad es que esas supuestas multas terminan compensándose con condonaciones de deuda, como los últimos $19.000 millones de pesos que el estado argentino le perdonó a Edesur por la falta de pago a la distribuidora Cammesa.
En paralelo, y con este mal servicio mediante, los usuarios estamos recibiendo en etapas aumentos en las boletas por quita de subsidios y aumentos escalonados de las tarifas.
En este mundo del revés, no está exenta una planificación de la ciudad que busca llevar de 3.000.000 a 6.000.000 sus habitantes. Y está teniendo éxito en este camino. El último censo reporta que este distrito que no crecía desde 1947, en la última década aumentó su población 7,97% (3.081.550 habitantes en 2022).
En paralelo, también crecieron los desarrollos inmobiliarios y sabemos que en estos últimos 10 años se construyeron 10 millones de metros cuadros nuevos que vienen a sumarse a una cifra aún mayor (18 millones de metros cuadrados) de superficie edificada entre 2001 y 2010, que se asientan sobre la misma estructura de servicios de luz, agua corriente, gas y cloacas originales, en el mejor de los casos con adecuaciones mínimas en relación a la envergadura de la transformación impuesta y con absoluta falta de mantenimiento.
Nuestros barrios, que siempre tuvieron un perfil mayoritariamente de casas bajas y una densidad de población estable, ahora se están viendo impactados por una transformación que suma miles de metros cuadrados de cemento y multiplica su población hasta un 20% más (muy por encima del promedio de la ciudad), sin que previamente desde el Estado se garantice la infraestructura básica y necesaria de servicios públicos.
Explosión, incendio y muerte en un domicilio ubicado en Pedro Morán 4900, Villa Devoto |
El 24 de diciembre de 2021 una cámara de luz explotó frente a una vivienda en Villa Devoto. Quizás la llegada del Niño Jesús obró el milagro que no hubiese víctimas.
Días atrás la suerte se truncó y la tragedia enlutó al barrio con una persona fallecida y un herido debido a la voladura de una vivienda por un escape de gas que había sido denunciado a la compañía y cuyo personal estaba realizando una verificación al momento de la explosión e incendio.
En este escenario todo está puesto al límite de la tolerancia: el sistema de servicios públicos y la paciencia del vecino que a raíz de la confluencia de múltiples factores ve deteriorarse cada vez más su calidad de vida.
Frente a esto muchos están decidiendo no quedarse de brazos cruzados, eligiendo reunirse y organizarse en movimientos sociales refractarios a las políticas públicas que consideran negativas. Así surgieron grupos como CONCIENCIA URBANA y BASTA DE DESTRUIR DEVOTO. Desde estas agrupaciones están intentando presentar nuevos proyectos de leyes e iniciativas que garanticen un crecimiento sostenible para nuestros barrios, a la vez que se unen en forma de redes con asociaciones de otros barrios y de alcance a toda la ciudad.
Sin embargo, nuevas chispas pueden desencadenar más tragedias, si se sigue mirando para un costado y si desde las propias autoridades competentes continúan jugando al “Antón Pirulero”.
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