NOTA DE TAPA
MIRADAS DE MUJER
En la vida comunitaria
Escribe: Lic. MÓNICA RODRIGUEZ - Dirección
El progreso de la mujer en las últimas décadas ha sido impresionante. Ahora, muchas ocupan un lugar central en el mundo de las artes, los negocios, la música, la política, la ciencia y el deporte. Se cuenta con más legislación tendiente a proteger a la mujer y propulsar mayor equidad de género. También la participación femenina en la fuerza laboral ha ido in crescendo, pero aún se mantienen profundas desigualdades en diferentes dimensiones de la vida.
El mundo sigue siendo desigual para las mujeres, en algunos países más que en otros. Según en el rincón del mundo donde vivamos las diferencias pueden ser extremas con relación a los varones, como sucede en algunas naciones del MENA (Medio Oriente y Norte de África) donde para la mujer se interponen obstáculos a veces infranqueables para acceder a la educación, a la salud, a trabajos remunerados, a la formalidad dentro del mercado laboral, a tener la misma remuneración por igual tarea. Y hasta en los países que se dan en llamar más desarrollados y cuentan con políticas progresistas en materia de igualdad de género, persisten los "techo de cristal" para acceder a puestos claves y lugares de poder. La violencia machista sigue siendo transversal y cobra vidas que se cuentan por horas. Todavía el trabajo en nuestros hogares sigue recayendo en un alto porcentaje en la mujer.
Los datos están a la vista:
- El 70% de la población que vive bajo el umbral de la pobreza son mujeres.
- Aunque la enseñanza es prácticamente igualitaria entre niños y niñas, si se ha de escoger se suele preferir que sea la niña la que abandone la escuela para ayudar en las tareas del hogar.
- En el año 2021, según datos de Naciones Unidas y a nivel mundial, la remuneración femenina por el mismo trabajo era un 23% más baja que la masculina. La brecha salarial es más grande cuando se trata de mujeres con hijos.
- Aunque la proporción de niñas menores de 5 años que sobreviven es mayor que la de los niños, en algunos países de Asia meridional se siguen realizando prácticas en las que se demuestra la preferencia por el hijo varón, como por ejemplo el infanticidio femenino o el aborto selectivo.
- Según datos de las Naciones Unidas, en el año 2017 297.000 mujeres murieron por causas relacionadas con el parto, principalmente en África subsahariana y en Asia meridional.
- Cada año, más de una quinta parte de las nuevas infecciones por el virus del VIH corresponde a mujeres jóvenes (entre 15 y 24 años).
- En el 62% de los hogares que no tienen acceso directo al agua en África subsahariana son las mujeres las encargadas de transportarla. En un 9% de los hogares esta tarea corresponde a niñas.
- Las mujeres ocupan menos del 20% de los puestos parlamentarios del mundo.
- A nivel mundial, sólo el 25% de los puestos directivos superiores están ocupados por mujeres.
Dentro del protagonismo que las mujeres obtuvieron en las últimas décadas no es menor su aporte en la participación y desarrollo comunitario, que ha ido generando procesos de empoderamiento en la medida que este accionar fue perforando círculos de poder y transformándose en decisiones y nuevas políticas públicas que incluían la lucha de las mujeres en causas de diferente índole.
En Argentina tenemos ejemplos emblemáticos, desde los más terribles, como fueron (y son) las madres y abuelas que buscaron a sus seres queridos desaparecidos siguiendo luego un duro y largo batallar en la justicia; las madres del dolor que parten de la pérdida de sus hijos a manos de violentos y se abocan sin tregua a buscar no solo que le caiga el imperio de la ley sobre los responsables sino también a crear o cambiar leyes para que se implementen nuevas políticas y otros semejantes no deban pasar por lo mismo que a ellos les tocó sufrir.
Podemos precisar que la participación comunitaria es una capacidad para establecer relaciones colectivas que permitan resolver necesidades sociales en las comunidades. Es una fuerza al interior de las localidades que permite realizar acciones de gestión para la mejora de la calidad de vida. Desde esta mirada, las mujeres han sido actoras protagónicas que han logrado movilizar a los habitantes de sus comunidades en la gestión de sus propias necesidades. La mayoría de ellas se han convertido en piezas claves para los programas sociales y líderes naturales por el conocimiento que tienen sobre el entorno y el dominio para lograr aglutinar a sus pares.
La participación comunitaria ha sido un eje fundamental en cambios sociales en los sectores más desfavorecidos de la sociedad. En estos segmentos, para las mujeres, asociarse significa tener voz e invitar a otras mujeres a comenzar a dialogar y confrontar el sistema que subestima sus potencialidades e invisibilizan su presencia en el espacio comunitario. Significa ganar en autoestima y emponderarse para despojarse de las anclas que les impiden desarrollarse a pleno como personas.
Así, es notable y admirable el empeño y la labor de cientos de mujeres que día a día trabajan a destajo y encabezan comedores comunitarios tratando que el alimento llegue a aquellos que están en condiciones de vulnerabilidad.
No son pocas las que con enorme valentía, al frente de hogares monoparentales y en situaciones de enorme precariedad, deciden agruparse en cooperativas y asociaciones que tienen como objetivo desarrollar emprendimientos que les permitan aspirar a mejores condiciones de vida para ellas y los suyos.
Algunos de estos desafíos consiguen la mano del Estado para apoyarlos, subsidiarlos, darles contención, capacitaciones y hasta suministros, pero en otros tantos es la propia labor colectiva autogestiva la que las impulsa y saca adelante.
En otro plano, también de la vida comunitaria, desde nuestros barrios, desde nuestra comuna y desde nuestra ciudad el involucramiento creciente de la mujer en temas que tienen como común denominador el territorio, aportan una mirada enriquecedora que se complementa y articula con sus pares varones y autoridades para aunar esfuerzos con el fin mejorar el entorno en todos los ámbitos.
Partiendo del valor que se le da a la vida y al lugar que se elige para vivir, van eslabonando los compromisos, adquiriendo responsabilidades individuales y colectivas, que llevan a un accionar conjunto creativo donde se desarrollan destrezas que contribuyen a la generación de conciencia para el bienestar de la comunidad.
Con un enfoque de equidad de género, se equilibran las relaciones de poder, la posición de la mujer se fortalece a partir del empoderamiento, del desarrollo de sus capacidades y habilidades. Los hombres y mujeres podemos tener roles diferentes, pero es el papel protagónico de ambos y a la par la forma más óptima de construir sociedades más participativas, económicamente sustentables, y políticamente estables.
Vaya en estas líneas nuestro homenaje a todas aquellas mujeres que no bajan los brazos, que hacen, participan, luchan, resisten, insisten y persisten pensando en ellas mismas, en sus contemporáneas y fundamentalmente en las generaciones futuras.
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