SOCIEDAD
¡ CELEBREMOS !
Fin y principio de año nuevo.
Escribe: ADRIANA SILVIA DEZA
Lic. en Psicología. (M.N.: 55.836). Magíster en Neuropsicología clínica.
Haber y debe. Balance. Dar vuelta la página. Terminar por fin. Empezar con fe y alegría.
Diciembre es un mes clave para realizar un análisis del año vivido. Luego de las fiestas navideñas, los recuerdos amargos y dulces, las presencias y ausencias. Llega por fin o no, la culminación del año, en este caso del 2021. Año que como todos sabemos tiene la particularidad de estar atravesado por la nueva peste del siglo XXI. Y tal cual era de esperarse al inicio del Covid, aparecieron las vacunas y con ellas, cierta esperanza de seguir viviendo. Por supuesto, los antivacunas con derecho a serlo, no estarían de acuerdo con esta frase. Este tema lo abordé hace bastante y hoy, no motiva este artículo. Su mención es aleatoria, a una cuestión más inquietante. ¿Qué hicimos este año? ¿Qué nos llevamos? ¿Para qué seguir? Y cuando digo seguir, no me refiero al simple hecho de respirar. Como dice una canción bastante conocida "transcurrir no es lo mismo que vivir, ni honrar la vida". De esto quiero hablar. De una vida valiosa y digna, cuya valía amerite continuarla. Porque no podemos ser tan hipócritas de suponer que cualquier existencia y en cualquier circunstancia nos acredita a querer seguir. Para no ponerme demasiado realista e inexorablemente oscura, voy a obviar a los refugiados, migrantes, bebés y personas en general criadas en guerra, a los abusados, en fin, a los eternos sufrientes pululando por el planeta tierra. No por acción y gracia de poderes demoníacos sino por la maldita condición humana, por suerte jaqueada, por otras condiciones humanas mejores. Gracias a las segundas, todavía el planeta sobrevive y con él, nuestro breve transitar.
Sí, el camino de la existencia es un soplo tibio en el huracán de las múltiples vidas humanas. ¿Tuvimos en cuenta este año, cuánto daño hicimos? ¿Cuánto bien? Porque suele ser bastante común, golpearse el pecho y decir y decirse. Yo no. No me equivoco, Te miro y te saco, son toda una basura. Claro, en esa totalidad ¿dónde cabemos? ¿En qué parte limpia quedamos para sentirnos excluidos de la mugre
Encuentros y desencuentros ¿es sólo eso? El conflicto forma parte de la vida. Ahora bien, si ese conflicto condujo a un ser querido a terminar con un Accidente cerebro vascular por una desmedida conducta nuestra ¿da lo mismo?
Mientras maldecís al incesto enarbolás a tu familia como el mejor modelo a seguir. La endogamia es lo tuyo y por ende, el incesto. No extrínseco sino intrínseco a tu personalidad. Por eso, a pesar de decir amar a tu pareja, no querés saber nada con su madre, padre, hermanos, cuñados/as, etc. Porque tus elecciones son siempre óptimas y las de él o ella, no.
Te pasaste todo el año trabajando pero a la hora de festejar un encuentro de dos horas. Preferís alejarlos de tu núcleo cercano. ¿Tanto te cuesta celebrar en familia la llegada del año nuevo? ¿Podés por una vez siquiera, obviar los detalles insignificantes? ¿Alguna vez te detuviste a pensar, el daño causado a la familia del hombre o mujer, que decís amar? ¿Será qué mentís? ¿Será, qué te mentís?
¿Qué te hace creer que sos bueno o buena? La bondad es carencia de mal para algunos filósofos. Es bastante aproximado a una certeza. No me vengas con que todo es interpretación porque matar siempre es malo y ayudar a quien lo necesita siempre es bueno. Tampoco me vengas con ardides falsamente éticos. Al estilo, de matar por venganza o ayudar para expiar culpas propias. No estoy hablando de eso, que por supuesto existe y exige otro artículo. Estoy hablando de algo más simple. Unirse para festejar en familia el fin del año que se va y el nuevo que llega. Sí, estoy hablando de contar del 1 al 10 regresivamente tomados de la mano. De disfrutar y no de sufrir. Brindemos aunque sea con agua, olvidemos por dos horas; el avance de la insignificancia y en comunión de almas y corazones, compartamos la algarabía de un día diferente. Tal vez, un pretexto. No importa. Lo sabés. En ocasiones, así como los cumpleaños, este tipo de fiestas son excusas para la concordia.
Hay niños y niñas solos, hay abuelos y abuelas solos, hay mucha soledad inevitable y otras soledades menos solas con nuestra colaboración. Un timbrazo, una campana, una sonrisa, un saludo. La visita a un hospital, un geriátrico, puede calmar a nuestra propia soledad además de la ajena.
Si tenés familia, tratá de anestesiar con olvido las pequeñeces y disfrutalos. Este año puede ser el último. La vida es una ráfaga prestada por el azar, el destino, Dios o los dioses. Podés malgastarla pero no arrastres a otros en un momento de disfrute.
Nada ni nadie merece la entrega sacrificial de un ser vivo. No hay causa ni persona que merezca tu nulidad como sujeto. No permitas que te nadifiquen, no te perdones nadificar a un ser estimado o querido. Si de verdad, lo querés.
En general, somos críticos feroces de nimiedades. Esta hermosa fiesta amerita focalizarse en la algazara a lo grande y sin pequeñeces tan ridículas como absurdas.
En un diccionario de etimología dice sobre celebrar: "hacer una ceremonia de respeto o alegría, festejar, honrar, elogiar. Del Latín celebrare "frecuentar, ir muchas veces; ir mucha gente; llenar; celebrar (…) numeroso (…) festejado. (…)".
Llega un nuevo año, y con él, la esperanza de un futuro mejor. ¡Festejemos y celebremos con nuestra mejor energía!
(*) Exprofesora de Filosofía Occidental en enseñanza secundaria y universitaria. Especialista en investigación educativa.
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Consultorio privado en CABA.
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