NOTA DE TAPA
CONOCIMIENTO - INNOVACIÓN - CREATIVIDAD
Trampolín al desarrollo
¿Argentina se subirá al tren o una vez más lo dejaremos pasar?
Escribe: Lic. MÓNICA RODRÍGUEZ - Dirección
Vivimos tiempos vertiginosos y esta pandemia mundial que aún estamos atravesando, por un lado, aceleró ciertos procesos y por otro, el obligado "parate" que produjeron las cuarentenas más o menos prolongadas, también nos invitaron a mirar en perspectiva y seguramente traerá aparejado cambios sustantivos: de conducta, de hábitos, de estilos de vida, de trabajo, de prioridades, de escalas de valores… aunque aún es difícil detectarlo porque la marea del Covid-19 no termina de retirarse.
Junto a esto las amenazas del cambio climático y sus consecuencias comienzan a ser palpables día a día y de seguir así el mundo camina hacia un punto de no retorno, irreversible.
En la dimensión económica, la pandemia radicalizó la cuarta revolución industrial que está siendo tanto o más trascendente que las anteriores. Viene unida a la digitalización, inteligencia artificial, blockchain, drones y muchísimos avances tecnológicos que están transformando la vida de la humanidad.
Frente a este escenario y considerando la situación socioeconómica de nuestro país, es dable preguntarse si hay chances de que Argentina pueda subirse al tren del desarrollo.
Hay datos que son notoriamente preocupantes: la falta de crecimiento acumulado durante al menos las últimas casi cinco décadas nos estancó en el nivel de un país subdesarrollado (hoy Argentina tiene un PBI similar al de 1974, pero con 20 millones más de habitantes), presentando en la actualidad niveles de pobreza infantil altos y superiores a los niveles de la población en general, lo que se conoce como infantilización de la pobreza y se traduce en que las generaciones más jóvenes, en general, no puedan alcanzar los niveles de vida de las de sus padres y abuelos. Por supuesto, la pandemia agudizó estos datos estructurales.
Un informe del INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) del segundo semestre de 2020 muestra a los grupos de edad según su condición de pobreza: se destaca que más de la mitad (57,7%) de las personas de 0 a 14 años son pobres (cuadro 1). El porcentaje total de pobres para los grupos de 15 a 29 años y de 30 a 64 años es de 49,2% y 37,2%, respectivamente. En la población de 65 años y más se ubica en el 11,9% bajo la línea de pobreza.
La pobreza no solamente se mide en términos de ingresos per cápita sino en múltiples dimensiones, uno de las más importantes es la seguridad alimentaria que debe contemplarse desde el embarazo de la mamá y es vital en la primera infancia (hasta los 4 años) porque un niño mal nutrido durante la gestación y en sus primeros años de está condenado a no desarrollar su capacidad cognitiva. No menos importante es el acceso a la vivienda digna con condiciones de higiene y salubridad (agua potable y cloacas), cobertura de salud y educación de calidad.
Un alto porcentaje de niños y jóvenes argentinos en situación de pobreza tienen un alto grado de vulnerabilidad por carecer de robustas prestaciones y seguros sociales que le garanticen equidad de género e igualdad de oportunidades, a pesar que los planes en los últimos años se multiplicaron y por el momento la seguridad alimentaria estaría garantizada.
Los fríos números indican que Argentina, a diferencia de lo que sucedió en décadas pasadas, está ingresando en un peligroso cono de sombra y comienza a tener hipotecado su futuro: tener más de 50% de la población infantil por debajo de la línea de pobreza es su mayor ancla porque los nuevos paradigmas mundiales ya ponen en el centro y en el corazón del desarrollo futuro en los recursos materiales sino a la persona humana en su capacidad de crear, innovar y adquirir conocimientos con facilidad y plasticidad.
Entonces, ¿Estamos condenados? La respuesta es un rotundo no. Paralelamente a estos datos desesperanzadores, también hay signos que muestran un país con capacidad de reconvertirse rápidamente y hay en la actualidad una ventana de oportunidad que no deberíamos desaprovechar.
Por un lado, el campo argentino y los commodities, como tradicionalmente lo han sido, siguen traccionando nuestra economía y es uno de los sectores que más invirtió en los últimos años para ganar eficiencia y eficacia, traduciéndolo en mayor productividad.
De manera paralela y gracias a una legislación favorable se siguen reproduciendo aceleradamente en nuestro país empresas tecnológicas que están revolucionando las comunicaciones, la logística y los servicios financieros. En la primera quincena de agosto una más de ellas se transformó en "Unicornio", que son aquellas empresas valuadas en más de mil millones de dólares. Se trata de Ualá, que se une al selecto club junto a Mercado Libre, Globant, Author, Despegar, OLX y muchísimas más vienen atrás por el mismo camino y hoy quizás son PyMES que están comenzando a desarrollarse a partir del capital semilla.
Todas estas empresas están revolucionado la industria a partir de la innovación y algunas inclusive están inaugurando sectores totalmente novedosos.
Todas ellas se caracterizan por apuntar a facilitarle la vida a sus usuarios, son de rápida expansión porque se alimentan de rondas de inversiones privadas intensivas, tienen mentalidad global y desde el costado laboral están absorbiendo gran cantidad de mano de obra y en determinados segmentos apuntan a profesionales con perfiles diferentes a los que estábamos acostumbrados: si bien un título de grado puede abrir sus puertas, no tenerlo, tampoco las cierra, por qué? porque la clave para estas empresas no está tanto en los pergaminos sino en las habilidades y talentos de sus colaboradores: valoran la flexibilidad, ideas diruptivas, creatividad, innovación, trabajo en equipo. El premio: muchas de ellas tienen un excelente clima laboral y parten de altas remuneraciones.
Más allá de esto, no olvidemos que Argentina no tiene grandes ni graves conflictos internos y los argentinos tienen ahorrado alrededor de U$S300.000 millones debajo del colchón o en cuentas en el exterior que podrían volver en inversiones genuinas si se establecieran las condiciones de estabilidad de mediano y largo plazo.
Sin embargo, para salir de este laberinto los argentinos debemos ser capaces de saltar las vallas de la discusión miope y cortoplacista que solo está centrada en falaces coyunturas e ir hacia un amplio proceso de concertación y acuerdo social de mediano y largo plazo. Entre las premisas básicas para el punto de partida está estructurar un sistema de protección e inversión integral de la niñez y adolescencia. Y esto hay que hacerlo en primer lugar porque es un derecho elemental de nuestros niños y niñas que Argentina suscribe en todos los tratados internacionales en esta materia, pero también hay hacerlo porque de lo contrario habremos tirado por la borda el futuro económico y social de nuestro país.
Para concluir, pocas veces en la historia de los países se dan coyunturas tan favorables como las que Argentina tiene hoy, esta es una de ellas y debemos ponernos de acuerdo si estamos dispuestos a subirnos al tren del desarrollo o una vez más rencillas menores de pequeños grupos pero altamente interesados en que el país no funcione, nos sumirá en mayor deterioro o pobreza. Y si probamos con una nueva fórmula:
TODOS + JUNTOS = CONCERTACIÓN NACIONAL
PARA EL DESARROLLO ARGENTINO
Como siempre, la decisión será nuestra.
¿Usted qué opina?
Excelente nota Mónica 🙂
ResponderEliminarExcelente nota Mónica 👌
ResponderEliminar