MEDIO AMBIENTE
¿Por qué hipotecamos nuestra salud y calidad de vida,
DESCUIDANDO EL PATRIMONIO ARBÓREO COMUNAL?
Escribe: GUILLERMINA BRUSCHI.
Vecina de Villa Santa Rita y miembro de Basta de Mutilar Nuestros Árboles.
“Tener un hijo, escribir un libro y plantar un árbol” estás son supuestamente las tres cosas que toda persona debería hacer. ¿Por qué estas tres cosas? ¿Qué quieren significar? Explicaciones hay muchas. A mi modo de ver, se trata de dejar un legado para las generaciones futuras, de “sembrar” para que otros puedan “cosechar” y disfrutar los frutos. Y eso es exactamente lo que pasa cada vez que plantamos un árbol aun sabiendo que posiblemente nunca podamos sentarnos a su sombra.
El estado del arbolado de nuestra ciudad en general y de nuestra Comuna en particular es una muestra clara de cómo cada día dejamos atrás estas intenciones y nos enfocamos más en las necesidades individuales.
Contamos con el enorme privilegio de tener en nuestras calles árboles centenarios que cobijan pájaros que aún nos regalan su canto. Árboles que nos fueron legados y que deberíamos proteger y preservar para que sigan dando sombra cuando no estemos aquí. Árboles que son parte de nuestra historia, de nuestra identidad barrial y de nuestra geografía. Árboles irremplazables, herramientas fundamentales para mitigar algunos de los efectos, alarmantes por cierto, que trae consigo la crisis climática. Sin embargo, solicitamos en forma constante podas, cortes de raíces y talas que los dañan y debilitan.
Se realizan aproximadamente 700 extracciones anuales en la Comuna 11, Comuna que según la información oficial plasmada en el Informe de Cobertura Vegetal realizado por la Dirección General de Datos, Estadística y Proyección Urbana (1) muestra un déficit arbóreo que se sigue incrementando y que contradice claramente las recomendaciones de organismos oficiales como la Organización Mundial de la Salud (2).
El documento citado indica que los barrios más cercanos a cero son los que tienen una cobertura arbórea deficiente y los más cercanos a uno una cobertura apropiada. Nuestros barrios acusan los siguientes resultados: Villa General Mitre 0.15, Villa del Parque 0.15, Villa Santa Rita 0.18 (barrio que además no cuenta con ningún espacio verde propio), Villa Devoto 0.28. Aun así seguimos pidiendo talas y podas reiteradas y generándonos nuestro propio perjuicio.
¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué se ha generado este descuido, indiferencia y maltrato hacia los árboles urbanos? ¿Por qué nos generan tantas molestias, miedos y preocupaciones si son exactamente los mismos árboles de los que disfrutamos cuando nos tomamos un fin de semana en una quinta, un veraneo en los bosques de la costa, cuando incursionamos por los paisajes patagónicos o, incluso, cuando tenemos el privilegio de visitar ciudades europeas, esas que tanto admiramos y que tomamos como ejemplo? Ciudades (no todas, pero muchas) que sí saben priorizar al arbolado y sobre todo saben por qué deben hacerlo.
Una posible respuesta es que gran parte de los vecinos desconoce los beneficios del arbolado público, beneficios indispensables e irremplazables.
Así como se desconocen los beneficios, se tienen muy presentes las “molestias y riesgos” que trae consigo un árbol, sobre todo uno añoso. En nombre de las roturas de vereda, las hojas por barrer, el miedo a que una rama genere un daño o a los animales que el árbol pueda albergar, nos llevan a transformarlos en peligros potenciales, perdiendo de vista que sin árboles no podemos vivir.
Estos riesgos tan subrayados que asociamos a nuestros árboles no se condicen con los que asignamos a otros elementos de la infraestructura de nuestra ciudad y Comuna. Por ejemplo, nadie se preocupa porque un poste de servicios públicos o una luminaria caiga dañando su auto, pero sí porque lo haga una rama. Los expertos llaman a este tipo de pensamiento “sesgo psicológico”, efecto similar al que ocurre cuando se cree que un avión es más peligroso que un automóvil.
Esto sucede porque casi ni pensamos que las luminarias o postes puedan caer, pero sí caen, (de hecho esta semana cayó un poste sobre una propiedad en Condarco al 2500). ¿Por qué no pensamos en ello? Porque sabemos que los beneficios que estos postes y luminarias nos ofrecen en servicios públicos y seguridad superan con creces cualquier riesgo de caída. Sin embargo, cuando de árboles se trata, nunca ponemos por delante sus beneficios.
Es importante remarcar que los casos en que un árbol cae y genera daños se deben mayormente a su falta de cuidado, al maltrato y a las malas prácticas llevadas a cabo por años, lamentablemente aún en curso. Las podas indiscriminadas y las mutilaciones son las razones fundamentales de que un ejemplar se debilite, se rompa o caiga. Los árboles tienen una estructura natural generada para la supervivencia. Si esa estructura se altera, se produce una desadaptación que lo enferma y puede matarlo (3).
En los últimos años, afortunadamente, el respeto por los animales y la conciencia sobre cómo deben tratarse y protegerse, ha avanzado notablemente, aunque todavía hay aspectos a mejorar. Hoy sería impensable llamar a la perrera para que se lleve a un perro abandonado sabiendo que su destino puede ser fatal. Años atrás era común y cotidiano. Hoy, eso que parece impensado para un perro o gato, lo estamos haciendo con los árboles. Estamos condenando a muerte a seres vivos, vitales para nuestra subsistencia.
Y aquí quizás debemos detenernos para pensar y subrayar un concepto esencial: un árbol no es un mobiliario más o una pieza de la infraestructura urbana. Es un ser vivo. Si el vandalismo que daña nuestros monumentos, por ejemplo, nos causa indignación, entonces ¿cómo puede ser que no nos pase igual ante el daño a un ser vivo, a un árbol?
Un documento emitido por la Defensoría del Pueblo (4) indica: “El árbol, entonces, es un ser vivo que fisiológicamente posee mecanismos por los que reconoce los cambios que se producen en el ambiente y que, por lo tanto, debería ser incorporado al ecosistema urbano y pensado con la lógica de los sujetos de derecho”.
Nuestros árboles, como seres vivos, son una de las únicas especies (junto a otros tipos de plantas y organismos unicelulares del fitoplancton presente en los océanos) que producen el oxígeno que necesitamos para vivir, tanto los seres humanos como los animales, a través de la fotosíntesis. Las hojas que se transforman en una de las principales quejas vecinales y motivo de reclamos, son las responsables de absorber dióxido de carbono (generado por los vehículos y demás emisiones responsables del calentamiento global), fijarlo y transformarlo en oxígeno.
De este modo, el follaje es el responsable de la mayor parte de los beneficios y, por lo tanto, un árbol con más follaje es más valioso. Con esto quiero remarcar que un ejemplar de 50 o más años no se reemplaza con uno nuevo. Se necesitan entre 60 y 100 para llegar a una cantidad de follaje similar, cantidad que no puede plantarse en una sola plantera, ni en una sola cuadra, ni siquiera en un barrio. Aún si esta plantación fuera posible, no lograríamos los beneficios de sombra, reducción del calor y protección ante del sol de un solo ejemplar añoso. Por eso no se puede pensar un plan de talas (a menos que hablemos de ejemplares secos, débiles, sin follaje) sin pensar primero un plan de plantación que nos asegure mantener o incrementar el follaje de nuestros barrios.
Ya aquí debemos detenernos nuevamente para remarcar que de los ejemplares nuevos que se plantan, entre un 20% (5) y un 30% muere por falta de cuidado, lo que empeora aún más el panorama (en algunas zonas el porcentaje es más alto, basta con mirar los ejemplares plantados en los laterales del nuevo túnel en la calle Nazca cerca de las vías del Ferrocarril San Martín). Esto implica que gastemos recursos económicos valiosos para nuestros barrios que podrían canalizarse en problemáticas prioritarias como la salud, la educación y la seguridad, en talar, perdiendo irremediablemente beneficios que hacen a nuestro bienestar.
Y lo que perdemos no es solamente aire puro. Los árboles nos protegen de sustancias contaminantes presentes en el aire, el agua y el suelo (según la OMS cada año, tres millones de personas fallecen prematuramente debido a la contaminación del aire exterior (6), volviéndose esta protección indispensable, sobre todo en tiempos de pandemia), reducen el efecto “isla de calor” de las ciudades (7), menguan la contaminación visual y sonora, nos protegen del sol siendo grandes aliados en la prevención del cáncer de piel, cobijan a las aves y otras especies favoreciendo la biodiversidad, absorben agua de lluvia evitando inundaciones y ofrecen goce estético y sosiego espiritual.
Para ofrecer estos beneficios no importa de qué especie se trate, sino que cuente con follaje, cuanto más, mejor. Por eso, con un enfoque ambiental y de cara al bien común no deberíamos clasificar las especies en aptas, no aptas, nativas y no nativas, sino optar siempre por la preservación de los ejemplares en buen estado y en darle tratamiento a los que estén enfermos, buscando soluciones alternativas a los inconvenientes que puedan generar, soluciones en las que todas las partes ganen: el frentista y todos los habitantes de la Comuna (y de la ciudad) en su conjunto, soluciones como las que se aplican en las ciudades que sí tienen conciencia ambiental.
Nuestra calidad de vida, nuestro bienestar y nuestro futuro, así como el de nuestros hijos, nietos y generaciones futuras dependerá del respeto y cuidado que demos a nuestro ambiente. El arbolado urbano es parte importante del mismo. Comencemos por cuidar, proteger y preservar el árbol que tenemos en nuestra vereda, en nuestra cuadra, en nuestro barrio. El patrimonio arbóreo es de todos para cuidarlo y preservarlo y de nadie para dañarlo o extraerlo. Construir una Comuna más sana, más verde y con mejor calidad de vida depende, en gran medida, de nosotros mismos.
(1) http://cdn2.buenosaires.gob.ar/desarrollourbano/informe_cobertura_vegetal_12_11.pdf
(2) https://elpais.com/elpais/2018/05/07/seres_urbanos/1525688899_487227.html
(3) https://www.fundacionciudad.org.ar/pdf/Arbolado/2018-JUN-Arbolado%20comuna%202.pdf
(4) http://www.defensoria.org.ar/wp-content/uploads/2016/10/Arbolado.pdf
(5) https://www.instagram.com/p/B9X71Szg5F8/
(6) https://www.who.int/mediacentre/commentaries/2018/health-urban-planning/es/
(7) http://ciencia.unam.mx/leer/779/islas-de-calor-un-fenomeno-de-lasciudades?
fbclid=IwAR3SuePppyN9qHar4dK5jRWvB7JDjxfGjtK-N0Uq-Cms-fddMood33wiKNo
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