lunes, 27 de agosto de 2018

EDITORIAL

NOTA DE TAPA


RETO AL DESTINO

Infancia condicionada

Escribe: Lic. MÓNICA RODRIGUEZ - Dirección


El planeta cambia minuto a minuto. Se transforma y bulle al compás del avance científico-tecnológico que está produciendo modificaciones en todas las dimensiones de la vida humana.
Los líderes mundiales anticipan que gran parte de los empleos del futuro aún se desconocen pero que sin lugar a duda las oportunidades vendrán de la mano casi exclusivamente del conocimiento, la creatividad y la innovación, cualidades que serán excluyentes a la hora de desenvolverse en la actividad laboral cuando la mayoría de los ámbitos hasta ahora conocidos estén coptados por la mecanización, la informatización y la inteligencia artificial.
Estas nuevas realidades obligan a pensar y repensar constantemente nuestro futuro individual y colectivo como país inserto en la comunidad internacional.
Frente a esto, los desafíos de Argentina parecen superlativos no tan solo por el presente que nos preocupa sino por el cúmulo de décadas de estancamiento que se traducen en retroceso.
Y aquí debemos dar la discusión de fondo: seguiremos echándonos culpas unos a otros, buscando responsables, que sin duda los hay y están en todo el espectro dirigencial (político, empresarial, sindical, judicial y social)?... ¿Continuaremos fracturándonos en discusiones y luchas intestinas, regodeándonos en la famosa “grieta” que nos divide y separa cada vez más? o nos decidiremos a “saltar la valla” y buscar la salida y verdaderas soluciones a largo plazo aferrándonos con todas nuestras fuerzas a esa parte sana de nuestra sociedad, la gran mayoría, que en este momento histórico no puede ser neutra, debe jugar y “jugarse” por el Bien Común.
Dentro de nuestras prioridades está sin duda saldar la deuda que más hipoteca nuestro futuro y es la deuda deuda interna que tenemos con gran parte de los chicos de nuestra Patria.
Los datos hablan por sí solos. Según el INDEC (2017) el 45,8% de los niños y las niñas entre 0 y 14 años vive en situación de pobreza y el 9,6% en situación de indigencia.
Pero la pobreza medida en términos de falta o no de alimentos, es la lectura más simple, más lineal y que menos refleja la verdadera complejidad de esta problemática.

Fuente: Observatorio de la Deuda Social Argentina (UCA)
La pobreza en realidad es multidimensional y abarca múltiples carencias. Y así lo estudia el OBSERVATORIO DE LA DEUDA SOCIAL ARGENTINA (UCA), siguiendo los lineamientos de las principales universidades del mundo.
En este sentido, el último informe de ODSA da cuenta que seis de cada diez niños de nuestro país se ven privados de algún derecho en el espacio de la alimentación, el saneamiento, la vivienda, la educación, la estimulación en los primeros años de vida y/o en el acceso a la información (Ver recuadro).
En este tipo de evaluación también se mensura el espacio de la socialización de niños/as y adolescentes y la interacción con pares, fundamental en la construcción de la identidad y de la propia autonomía. Se evalúa este espacio del desarrollo emocional y social a través de las oportunidades de encuentro con amigos en espacios no escolares.
Las disparidades sociales son claras y regresivas para las infancias más vulnerables en términos de la situación socio-ocupacional de los adultos de referencia.
La primera infancia marca un período determinante en la vida de las personas y puede sentar las bases para un crecimiento saludable que permita a la persona el despliegue de todas sus capacidades cognitivas y emocionales. La ciencia muestra que este es un período crítico para el desarrollo del cerebro, y que las experiencias en los primeros años tienen un impacto más duradero en la salud mental y en el desarrollo que cualquier otra etapa de la vida.
Estas estadísticas que deberían alarmarnos a todos, muestran una perspectiva profundamente injusta tanto para los niños que hoy padecen la pobreza (69%) y son los que se llevarán la peor parte si no logran salir de ella, como también lo es para ese 35% de niños que hoy no están en condiciones de vulnerabilidad pero sobre los cuales probablemente recaerá la pesada “mochila” (y todas sus consecuencias) de vivir en una sociedad con creciente desigualdad estructural.
Padres, escuela, club, cultos, medios de comunicación y por supuesto el Estado cumplen funciones indelegables que en conjunto contribuyen a la formación integral de la persona humana y al desarrollo de sus potencialidades.
No partimos de cero. Desde el Estado la implementación de la AUH (Asignación Universal por Hijo) unida a otras herramientas han generado un muro de contención que hacen que la crisis no haya calado más hondo aún. Desde la sociedad son infinitas las acciones que día a día hacen ONGs a lo largo y a lo ancho del país, desde comedores comunitarios, escuelas, clubes, credos y asociaciones a través de miles de voluntarios solidarios. Pero esto no basta.
Es imperioso diseñar y gestionar un sistema integral de políticas de Estado de largo plazo que surjan del consenso a partir de un profundo debate multisectorial y multipartidario que debería estar en el primer lugar de la agenda pública.
Y que estas se gestionen de manera articulada. Argentina tiene su futuro hipotecado y nuestro destino dependerá si somos capaces de saldar esta lacerante deuda social interna.
Como sociedad el mejor obsequio que podemos hacerle a nuestros niños es asegurarle una infancia feliz e inclusiva donde le devolvamos el tiempo gozoso de jugar y disfrutar de esta etapa que es pilar de la vida. Si lo logramos, habremos recuperado una de las bases fundamentales que alguna vez hizo de nuestro país una tierra próspera y con igualdad de oportunidades para todos.

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