jueves, 26 de octubre de 2017

EDITORIAL

NOTA DE TAPA

BUENOS AIRES

En primera persona


La ciudad fundamentalmente es de los vecinos que por acción o por omisión día a día deciden su destino.


Escribe: Lic. MÓNICA RODRIGUEZ - Dirección


Impulsado desde el Estado, Buenos Aires está viviendo un proceso de profunda transformación en múltiples dimensiones que en definitiva terminará redundando en un cambio de perfil definitivo de nuestra ciudad.
El gobierno actual propone que la población aumente de 3.000.000 a 6.000.000 de habitantes.
En ese marco plantea nuevos Códigos, Urbanístico y de Edificación, que según sus promotores llevará a una morfología “más homogénea” aunque también debe aclararse con mucha más superficie edificable en las “áreas consolidadas”; un nuevo sistema de movilidad basado en ponderar el transporte público en detrimento de los vehículos particulares a partir de la interconexión ferroviaria en el área metropolitana con la implementación de la RER (Red de expresos Regionales), la extensión de las actuales líneas subterráneas y la construcción de otras nuevas, más carriles exclusivos para colectivos (mal llamados metrobuses) que se están llevando hasta municipios del conurbano, ampliación de la red de ciclovías, zonas calmas y estacionamiento medido en la mayor parte de los barrios. La urbanización de asentamientos precarios es otro tema no menor y la continuación de obras hidráulicas. 
Por supuesto, la ponderación de la zona sur a partir del traslado de las oficinas gubernamentales, con la llegada del subterráneo y la creación del distrito tecnológico es un giro estratégico que busca -y lo está logrando- valorizar un área de la ciudad postergada durante décadas.
Todo este proceso sin duda se aceleró a partir de diciembre del 2015 cuando institucionalmente el gobierno de la ciudad, el de la provincia de Buenos Aires y el de la Nación se alinearon bajo la conducción de la misma coalición partidaria.
Es evidente que en la ciudad de Buenos Aires un porcentaje muy importante de la ciudadanía valora estas medidas como positivas y así quedó de manifiesto en las últimas elecciones legislativas del 22 de octubre consagrando la fórmula oficial con 50,9% (según el escrutinio provisorio) de los votos.

Sin embargo, no puede obviarse ni desconocerse que otro porcentaje casi similar, aunque disperso entre distintas fuerzas, tiene una visión crítica.
Por ejemplo, la red de vecinos, movimientos sociales y asociaciones de la sociedad civil nucleados en “Es nuestra Buenos Aires” entiende que bajo este proceso los residentes de la ciudad de Buenos Aires “Hemos perdido la ciudad en manos del capital financiero, de las desarrolladoras inmobiliarias, de los terratenientes urbanos, de las grandes constructoras, de una clase política que gobierna para ellos y de corporaciones técnicas que los asesoran. Estos gobiernan la ciudad concibiéndola sólo como un espacio para hacer negocios y obtener fácil rentabilidad.” Así, busca aunar fuerzas y coordinar acciones para plantear un paradigma distinto para la ciudad.
En el medio parece estar ausente un debate profundo, sistémico, multisectorial y multipartidario que debería surgir de las bases en cada una de las comunas para contrastar y así pasar de una democracia meramente representativa a la democracia participativa que desde su autonomía consagró la Constitución y la legislación vigente en la ciudad de Buenos Aires.
Pero el gobierno busca “atajos” eligiendo sus interlocutores o cuando se ve conminado a hacerlo a fuerza de amparos interpuestos por vecinos que recurren a la Justicia como último refugio para que sus derechos sean respetados, elabora “simulacros” de participación como fueron los edulcorados encuentros por el nuevo Código Urbanístico y de Edificación realizados en las comunas; puentea el Presupuesto Participativo con el “Buenos Aires elige” o vulnera abiertamente la Ley de Comunas (Ley 1777) y la voluntad del electorado cuando eligió a sus representantes comunales con las nuevas gerencias y subgerencias que ahora se están sumando a las Juntas comunales superponiendo las funciones que naturalmente corresponden a los comuneros; la apelación a los “focus Group” en reemplazo de las consultas públicas que habilita nuestra carta magna y ni que hablar de la toma de decisiones a partir de la “Big Data”. Todas formas que de una u otra manera le hacen "ole" a lo que manda la ley.
Este estado de cosas devalúa nuestra ciudadanía, nos excluye del verdadero diálogo, nos sumerge en reclamos que la mayoría de las veces se convierten en estériles porque no son escuchados y aborta la necesaria reproducción social que solo puede gestarse en ese colectivo que conformamos en el espacio común en cada una de nuestras comunas y en definitiva de nuestra ciudad.
Ese espacio común no es otro que el espacio público, entendido no simplemente como la “calle” sino como un espacio multifuncional, abierto, de uso colectivo de bienes y servicios materiales e inmateriales donde todos convergemos a partir de nuestras propias individualidades hacia un encuentro en el que construimos un todo común que nos hace sentir que indudable e indefectiblemente somos parte de esta porteñidad, que nos da identidad.
Solo el férreo compromiso, una actitud fomentista de los ciudadanos que se animen a apoyar todas aquellas políticas públicas que crean saludables y saltar vallas con capacidad de peticionar a las autoridades otras alternativas de progreso cuando consideren que las proyectadas no son las adecuadas para nuestra idiosincrasia y calidad de vida podrá contribuir a que Buenos Aires sea la que queremos y no la que nos imponen.
La ciudad no es de los planificadores, ni de los arquitectos, ni de los constructores, ni de operadores de mercado, ni de los políticos de turno. Sin duda todos y cada uno de estos actores son importantes pero la ciudad fundamentalmente es de los vecinos que por acción o por omisión día a día deciden su destino.
Trabajar mancomunadamente para darle sustentabilidad social, habitacional, económica y ambiental es deber de todos para que nuestra Buenos Aires tan cosmopolita, multifacética y ecléctica siga cobijándonos de una manera cada vez más inclusiva, más igualitaria y más integrada socialmente, donde el avance no se olvide de la belleza y la estética y a la vez vaya unido al sano equilibrio del desarrollo sustentable para todos los que habitamos en ella y para aquellos que día a día la visitan para trabajar, estudiar, hacer sus quehaceres ó simplemente pasear.

No hay comentarios:

Publicar un comentario