sábado, 17 de diciembre de 2016

EDITORIAL

NOTA DE TAPA

BALANCE Y PERSPECTIVAS

Escribe: Lic. MÓNICA RODRÍGUEZ – Dirección

En la dinámica de la vida, el calendario nos va marcando hitos con éxitos y fracasos, momentos de felicidad y tristeza, épocas de sacrificio y otras de bonanza, tiempos de sentirnos parte de proyectos que nos motivan a alcanzar objetivos y otros donde se impone barajar y dar de nuevo, instantes donde nos sabemos fuertes y ocasiones en las que flaqueamos debiendo recurrir a nuestra energía interior para recuperarnos y seguir.
Y cada año que concluye, como un ciclo que se cierra es una excusa para repasar el “debe” y el “haber”, sin perder de vista que se aproxima un nuevo período de 365 nuevas oportunidades.
Desde lo colectivo, formamos parte de una nación inserta en un planeta oscilante, con graves alteraciones que están poniendo en riesgo el equilibrio del ecosistema global, aumento de conflictos y bruscos virajes en diferentes naciones que de alguna manera son la respuesta a un sistema neoliberal que cruje y a un avance tecnológico que va dejando tendales de excluidos, todos factores que inoculan una dosis de incertidumbre creciente que está haciendo vibrar el tablero del actual orden mundial.
En ese contexto, nuestro país fue atravesando este 2016 también con profundos cambios impulsados por una administración que en estos días cumplió el primer año de gestión.
En estas líneas podríamos dedicarnos a pormenorizar cada una de las medidas que el gobierno tomó. Algunos estarán de acuerdo y otros no. Algunos dirán que si no las hubiese tomado, habríamos entrado en una profunda crisis y otros opinarán que la realidad que estamos viviendo no es producto de la “herencia” sino obra de las decisiones del presidente de la Nación y su equipo. En el medio, estarán los que encuentran aciertos y desaciertos buscando un equilibrio.
Más allá de todo y a esta altura de las circunstancias somos muchos los ciudadanos que creemos que al país lo “sacamos entre todos” o no “nos salva nadie”. Y este camino solo será posible si se tienden verdaderos canales de diálogo institucional donde los dirigentes resignen la mezquindad de la mirada cortoplacista y coyuntural enfocada pura y exclusivamente en las próximas elecciones, unos para condicionar al gobierno y los otros considerando que es la única tabla de salvación para consolidar el modelo que pretenden imponer, olvidándose todos que están dejando al margen su razón de ser: procurar el Bien Común.
La democracia que todos los argentinos hemos sabido construir y consolidar en los últimos 33 años aún se debe un debate profundo del país que pretendemos ser y en consecuencia, la elaboración de un proyecto apuntado al hoy y a las siguientes generaciones. Hasta ahora, los gobiernos que se sucedieron en las últimas tres décadas pretendieron imponer sus propios modelos y en ese derrotero fuimos pendulando de un extremo al otro con sucesivas crisis de por medio que van dejando de manera irreversible un número cada vez mayor de excluidos.
Sería deseable que nuestra elite política, empresarial, sindical y social anteponga a cuidar solo “su quintita” un franco diálogo multisectorial y multipartidario en una mesa de concertación nacional que nos permita arribar a un nuevo Pacto Social que nos ponga de cara al desarrollo sostenible con inclusión y donde queden trazados los grandes lineamientos de políticas públicas para las próximas décadas, en las cuales cada gobierno podrá aplicar sus matices propios sin abandonar la senda común delineada.
Argentina tiene la capacidad, la oportunidad y los instrumentos para subirse al tren del desarrollo. El desafío es establecer un nuevo paradigma proyectando un futuro a largo plazo, pensando en las próximas generaciones y no sólo en un presente acotado donde el debate se centre en las próximas elecciones.
Por supuesto, la máxima responsabilidad de esta convocatoria hoy le cabe al gobierno de turno.
Si nuestro país no brinda previsibilidad en sus políticas públicas a largo plazo, lo cual conlleva a la inseguridad jurídica, estemos seguros que la lluvia de inversiones genuinas nunca llegarán porque nadie arriesgará su capital pensando que el próximo gobierno (o este mismos) borrarán con el codo lo que firmaron con la mano.
Como ciudadanos tenemos la responsabilidad de involucrarnos y bregar por una democracia cada vez más participativa que sea capaz de incluir en la agenda los grandes temas que preocupan y ocupan a los argentinos.

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