jueves, 21 de abril de 2016

EDITORIAL

Sentir, pensar, vivir, soñar

BUENOS AIRES

Nuestra ciudad inscripta en una megalópolis, sigue la tendencia global que prevé que en el año 2025 el 90% de la población mundial vivirá en ciudades, un crecimiento acelerado que  hace peligrar su infraestructura por riesgo de colapso. En el caso particular de la capital del país, si bien la cantidad de residentes totales se mantiene estable desde hace décadas, la población de las villas creció 156% en los últimos 15 años, un dato que refleja una urbe descompensada, cada vez más desigual y con crisis habitacional. En este contexto cabe preguntarnos ¿Qué ciudad queremos?, ¿Cuál es nuestro ideal?, ¿En qué tipo de espacios queremos que se desarrollen nuestros hijos?, ¿Cómo participamos en la vida comunitaria?

Escribe: Lic. MÓNICA RODRIGUEZ - Dirección

Cada vez que podemos, nuestra familia celebra reunirse con amigos y allegados.  En esas veladas que suelen prolongarse, surgen temas de los más variados, pero algo que me llamó la atención en los últimos tiempos es que cada vez con más asiduidad personas de nuestro entorno expresan el deseo de alejarse de Buenos Aires, soñando con recalar en algún pueblo del interior que los cobije, confiados en que este sería un ambiente más amigable para vivir y criar a sus hijos.
Quienes manifiestan esta inquietud sienten que van sobreviviendo en una ciudad que  día a día les es más ajena. Una urbe que va perdiendo identidad para transformarse en un territorio donde el cemento va ganando metros cuadrados a costa de espacios verdes y ámbitos públicos, un lugar de tareas rutinarias, ritmo frenético, congestionado y hostil que los vuelve temerosos y los empuja a modificar hábitos. Una ciudad que separa, excluye y  margina a algunos a vivir en situaciones de extrema vulnerabilidad. 
Esta sensación de ahogo extraña tiempos en los que el barrio era un paisaje casi bucólico de casitas bajas desprovistas de rejas, con ritmo pueblerino donde hasta la siesta era infaltable; veredas cubiertas por frondosos árboles en la que los niños de la cuadra jugaban libremente hasta el anochecer y los grandes socializaban con sus pares cercanos.  Barriadas con pujantes centros comerciales locales que eran el paseo obligado para ir de compras o simplemente una buena excusa para “salir a mirar vidrieras” a cualquier hora del día o de la noche.
Obviamente los tiempos han cambiado y  no se trata de aferrarnos al pasado, sino de reapropiarnos de los sitios urbanos para la vida comunitaria, recuperar el barrio, la calle y crear nuevos ámbitos donde podamos reconocernos y actuar conforme a nuestros deseos sin que el miedo nos paralice.  Se trata de no permitir que desaparezca nuestro patrimonio cultural, histórico y arquitectónico, que no se degrade nuestro ambiente y expulse a su gente en nombre de un mal llamado progreso.
Desde que Buenos Aires concretó la Autonomía, la Constitución sancionada en 1996  consagró que la ciudad “organiza sus instituciones autónomas como democracia participativa”(Artículo 1º), a la vez que la descentralizó en Comunas, “unidades de gestión política y administrativa con competencia territorial con facultades exclusivas y concurrentes. Otras Leyes complementarias previeron la elaboración del Plan Estratégico de la Ciudad y la confección anual del Presupuesto Participativo.
Una normativa de avanzada que asigna al vecino un rol directo, participativo y  protagónico en el diseño, planificación  y control de gestión de las políticas de Estado: transporte, espacio público, presupuesto, acceso a la cultura, energía, agua potable, residuos, cloacas, vivienda, patrimonio, educación, seguridad, salud, etc..
Un contexto ideal que le abre al ciudadano los canales para participar como artífices del destino común. En decir,  a partir del ejercicio de la democracia participativa la ciudadanía puede ir concibiendo mancomunadamente con el Gobierno un perfil de ciudad consensuado que la haga segura, sustentable, socialmente justa, garante de una vida digna y propiciadora del desarrollo pleno de la persona humana.
Sin embargo,  a veinte años de la sanción de la Carta Magna de la Ciudad los hechos demuestran que gran parte de la normativa sigue siendo sólo un cúmulo de buenas intenciones. El acceso a la información pública es dificultoso y ciertas instituciones de la democracia participativa no se ponen en práctica o funcionan deficientemente, como es el caso de los Consejos Consultivos, que no son escuchados o en ciertas comunas, como en la 11, directamente están en stand by.
A pesar de este contexto cada vez surgen más y con más fuerza redes formadas por colectivos vecinales, organizaciones no gubernamentales, ciudadanos y ciudadanas que piensan que la ciudad le pertenece a los vecinos y sienten el derecho y la obligación de bregar para que se abran los espacios de genuina participación para poder vivir en la ciudad que sueñan.

Ejemplo de ello, es el significativo protagonismo que han tomado frente al tratamiento del Proyecto que el Poder Ejecutivo envió a la Legislatura para crear una Agencia de Bienes Sociedad del Estado, que bajo la pretensión de construir un Parque de la Innovación (especie de campus educativo y tecnológico),  habilita al P.E. ipso facto a vender gran parte del predio del Tiro Federal (17 hectáreas),  y una fracción de “El Dorrego”, para realizar en la que conserva la ciudad un centro Audiovisual.  Pero esto no es todo, porque una vez constituida y con el aval de la Legislatura, la Agencia podría ceder un número incierto de bienes de la ciudad de dominio privado -que algunos estiman llegarían a  2.500-, plazas ferroviarias (Ver nota “Autopista Ribereña”)  y tierras portuarias para la construcción de emprendimientos inmobiliarios realizados por grandes corporaciones, en su mayoría de capitales extranjeros.
En la Audiencia Pública llevada a cabo el 29 de marzo, alrededor de 120 oradores sobre un total de más de 200 personas rechazaron rotundamente esta ley por considerarla inconstitucional; a tal punto fue la oposición que no hubo un solo expositor que se expresara a favor. Por su parte, la Sociedad Central de Arquitectos emitió un documento en el que también objetó el proyecto al decir que “la ley que crea esta nueva sociedad del estado es insuficiente para proteger el interés público. Y que no se definen claramente qué ventajas traerá a la Ciudad la venta del predio del Tiro Federal”.
Desoyendo todo lo dicho en la Audiencia Pública y vuelto a reiterar por los vecinos en la reunión de las comisiones legislativas realizadas el 1º de abril, donde se solicitó el archivo definitivo del proyecto, el oficialismo sigue empeñado en continuar. El 7 de abril fracasó en su intento de llevar el tratamiento de esta ley al recinto para sancionarla en segunda lectura, por no contar con el apoyo del resto de los bloques.

Aún así no ceja de «negociar modificaciones». Pensaban tratarla en la sesión del día de hoy, pero los sucesos de público conocimiento ocurridos el sábado en Costa Salguero no generaron un clima proclive a sumar los 40 votos necesarios que la convertirían en ley. Por esto el expediente pasó a quedar “reservado en Secretaría”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario