martes, 20 de octubre de 2015

INFORME ESPECIAL

EDITORIAL

PRECIADOS RECURSOS


Escribe: Lic. MÓNICA RODRIGUEZ

Los vecinos de la ciudad de Buenos Aires no estamos solos. Residimos aquí un poco más de tres millones de habitantes y recibimos a diario más de un millón de trabajadores provenientes de la provincia de Buenos Aires, miles de personas que vienen a realizar trámites, estudiar, atender su salud o simplemente a pasear atraídas  por la prolífera agenda artística, cultural y de entretenimientos. Se suma también el turismo interno e internacional.
No hay duda que la Capital Federal es parte de una gran megalópolis. Este contexto genera una realidad particular que debe ser atendida por los gobiernos a la hora de evaluar y poner en práctica  políticas públicas que pretendan dar respuesta y soluciones eficaces a las problemáticas que se plantean.
Como en toda gran urbe, la higiene es una cuestión central y la gestión de los residuos, prioritaria.
Los residuos adecuadamente tratados y gestionados pueden transformarse en recursos económicos que fomenten el desarrollo social, garantizando a la vez la sustentabilidad ambiental.  Este es el espíritu de la Ley de Basura Cero que acaba de cumplir 10 años desde su sanción y desgraciadamente está siendo aplicada solo parcialmente, luego de haber sido “cajoneada” durante varios años y puesta en marcha sólo luego de la crisis vivida en el 2012 cuando  la Provincia de Buenos Aires intimó a la ciudad por el récord de basura (2.600.000 tn) que ésta enviaba a enterrar a dicha jurisdicción. En esas circunstancias, el Poder Ejecutivo porteño debió suscribir un acuerdo en el que se comprometió a reducir  drásticamente esas cifras.
La ley de Basura Cero plantea la Gestión Integral de Residuos a partir de un sistema que comprende: generación, separación en origen, recolección diferenciada, transporte, tratamiento y transferencia, manejo y aprovechamiento.
Desde el punto de vista ambiental, el objetivo de esta legislación es garantizar la reducción progresiva de la disposición final de residuos sólidos urbanos, a través del reciclado y la minimización de la generación para que en el 2020 la ciudad no utilice más los rellenos sanitarios.

Pero las metas están lejos de ser alcanzadas. Según el cronograma de reducción progresiva este año la ciudad debería estar enviando a enterramiento a la CEAMCE entre un 50%  y un 75% menos de lo que se destinaba a relleno sanitario en el 2004 (1.497.656 tn), tomado como año testigo.  Una década después (2014) se descendió apenas un 15% respecto de esa cifra (1.279.377 tn). Tampoco se cumplió el compromiso asumido en 2012 con la provincia; según lo pactado, el año pasado no debería haberse superado las 1.350 tn/día enviadas a la CEAMCE, pero se envió un promedio de 3500 tn/día.

Cabe señalar que los generadores especiales (hoteles, ciertos edificios, cadenas de restaurantes, sanatorios, supermercados, centros educativos privados, etc) actualmente tienen  un régimen diferenciado (Ley 4859), por el cual además de hacer la separación en origen deben contratar en forma directa a las empresas recolectoras y pagar una alícuota a la CEAMCE. La ciudad no le presta servicios de recolección a este sector.

El sistema de Basura Cero parte de la separación en origen para la recolección domiciliaria. Esto supone educación, concientización y adquisición de nuevos hábitos.  Una tarea nada fácil, en la que no alcanzan meras campañas publicitarias. Se requiere  fomento, promoción especial e incentivos como herramientas útiles a la hora de afianzar nuevas costumbres en la población.
La fracción húmeda está a cargo de 6 empresas recolectoras. A cada una se le asignó una región. El nuevo contrato implica para la ciudad, un gasto anual de $5.000 millones, se extiende por diez años y está operativo desde octubre del año pasado. En ese momento el gobierno porteño adelantó a las recolectoras $1.600 millones para la adquisición de camiones y se hizo cargo de la compra de contenedores.

Recuperadores Urbanos de la Cooperativa "El Ceibo"
La otra “pata” fundamental de este sistema lleva a la inclusión social.  Los cartoneros fueron transformados en promotores ambientales y recuperadores urbanos para realizar la recolección diferenciada de la fracción seca de los residuos  (cartón/papel, plásticos, vidrios y metales). Para ello, el Gobierno de la Ciudad firmó  convenios con 12 cooperativas - se dividieron las tareas por zonas- en enero 2013 y  por un plazo de dos años. En la actualidad hay aproximadamente 5.200 promotores ambientales y recuperadores urbanos que accedieron al trabajo formal permitiéndoles mejorar el nivel de vida de sus familias, garantizándoles derechos laborales básicos como: uniforme, obra social a través del monotributo,  jardines maternales, etc. Se estima que aún quedan en la informalidad unos 4.000 cartoneros que todos los días recolectan pero no pueden formar parte de las cooperativas ni tener los beneficios de la seguridad social porque el Gobierno de la Ciudad limitó su cupo. En conjunto juntan aproximadamente unas 750 tn diarias de material reciclable.
Desde las cooperativas, ONGs como Avina y la Federación Argentina de Cartoneros señalan que la tarea de este sector no puede llevarse a cabo correctamente porque: 
1. El Estado no está promoviendo y fomentando la separación en origen. Los “puntos verdes” en las plazas son buenos pero insuficientes. Reclaman la colocación de las “campanas verdes” en toda la ciudad o el servicio puerta a puerta.
2. No tienen suficiente camiones. La falta de logística genera un claro déficit operativo. Reclaman que el Estado contribuya para la compra de camiones.
3. La Dirección General de Reciclado está acéfala. Hace 7 meses que no tiene conducción  y denuncian que parte de los recursos de esa dependencia están siendo transferidos a otras direcciones.
4. No se suman galpones para acopio y clasificación del material ni se los dota de tecnología a los existentes, por lo que están colapsados. Esto obliga a los recuperadores a hacer parte de la tarea en sus hogares.
5. No hay datos ni indicadores fidedignos con acceso a la información pública sobre el grado de avance de los programas que se están llevando adelante.
- No se facilitan equipos técnicos.
Por todo lo expuesto, temen por la suerte de las cooperativas. En enero de 2016 vence el contrato anterior, deben renegociar las condiciones con el Gobierno de la ciudad y observan que el Poder Ejecutivo paralelamente llamó a licitación para la construcción de dos plantas de MBT (Tratamiento Mecánico Biológico). Este tipo de plantas tratan residuos mezclados y desalientan la separación en origen por parte de los ciudadanos y tienen un alto porcentaje de rechazo de los residuos que ingresan. 

Planta de MBT - José León Suarez
En un Documento, GREENPEACE, la Fundación AVINA y la Fundación Ambiente y Recursos Naturales sostienen que “esta tecnología no es pertinente en contextos como el de la Ciudad de Buenos Aires, donde se ha avanzado mucho menos de lo esperado en materia de reducción de la generación y el reciclaje de los residuos” […] Además, “desde el punto de vista ambiental y ecológico así como económico y social, es mucho más ventajoso separar los residuos en origen y recolectarlos diferenciadamente, que mezclarlos y separarlos después por medios mecánicos”. Y alertan diciendo que “esta es LA ANTESALA A LA INCINERACIÓN DE RESIDUOS. Dado que los residuos que van a llegar a las plantas MBT contienen una gran cantidad de residuos plásticos, y de papel/cartón, que tienen un elevado poder calorífico, una de las opciones que se plantean para reducir la cantidad de rechazo de las plantas es convertir estos residuos en combustibles derivados de residuos (CDR) que pueden ser incinerados en instalaciones industriales o de generación de electricidad”, algo que la Ley de Basura Cero prohíbe expresamente. Y aseguran que “Mientras el Gobierno de la Ciudad prevé invertir  4.600 millones de pesos en la construcción de estas plantas de MBT, apenas  se destina 85 millones de pesos para el mantenimiento y equipamiento de los Centros Verdes de la Ciudad y el presupuesto total para la Dirección de Reciclado es de 580 millones de pesos”. 

Un aspecto no menor, que la ley no tuvo en cuenta pero que desde el punto de vista económico y de la sostenibilidad del sistema es necesario corregir, es que debe haber estrategias que fijen precios sostén o testigo. Hasta ahora el sector de material reciclable se rige por la ley de la oferta y la demanda, esto provoca que cuando los precios de ciertos elementos están bajos, el recuperador no los recolecta porque no “vale la pena el esfuerzo”. Del mismo modo, debería articularse adecuadamente un programa de promoción industrial con exenciones impositivas para aquellas empresas que incluyan material reciclable entre sus insumos básicos. 

Detrás de la gran campaña de marketing de “Ciudad Verde” que el Gobierno de la Ciudad lleva adelante se esconde una realidad compleja en el que no está claro cuál es el rumbo que sigue nuestra ciudad en materia de higiene urbana.
Cumplir con la ambiciosa Ley de Basura Cero significará transformar definitivamente los residuos de hoy en preciados recursos que generen inclusión social, apalanquen el aparato productivo y den sustentabilidad ambiental a la ciudad. Estamos a mitad de camino. Solo un Estado firme y seriamente comprometido con estas causas podrá lograrlo.

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