ADULTOS MAYORES
«Somos pasajeros del tiempo, lo tomamos al nacer y lo dejamos al morir, que el morir esta incluido en el privilegio del vivir y que el envejecer es un triunfo de la supervivencia casi nunca lo pensamos, pero ya es hora que pongamos nuestra mente a trabajar y admitamos que somos o seremos viejos si la muerte no ha llegado antes».
Escribe: Lic. MÓNICA RODRIGUEZ - Dirección
Hoy una persona
de 60 o 70 años desarrolla su vida en plenitud y ya no es considerada
“vieja”. Está física e intelectualmente activa, recuerda su juventud sin nostalgias, disfruta de esta etapa y planifica su futuro.
En la actualidad, producto de los grandes avances de la medicina y de la
tecnología, el aumento de la expectativa de vida nos permite hablar ya de una
“cuarta edad”.
Pero no siempre la prolongación del ciclo
vital viene acompañado de calidad de vida de nuestros
adultos mayores y de una valoración social positiva hacia ellos.
Las sociedades consumistas ponen en el centro de atención en el
valor de la juventud y el exitismo asentado en la productividad, el consumo y
los adelantos tecnológicos. En este contexto, hay que esconder las arrugas,
tapar las canas, hacerse liftings… como si de repente el paso de los años fuera
una vergüenza y no como un triunfo de la vida, no se percibe que el que llega a
esta etapa le ha ganado batallas a la vida.
Por otro lado, no es lo mismo envejecer en el llamado
“primer mundo” o en los “países centrales” que en los países del “tercer mundo”
ó “emergentes”. Y además, cada sociedad tiene una mirada diferenciada de sus
adultos mayores, del papel que le asignan y del rol que ellos cumplen en sus
comunidades.
Aquellos Estados que consideran a los adultos mayores como
una carga social, generan políticas públicas orientadas tan solo a atender determinadas
necesidades: curar y protegerlo mediante la atención en el sistema público o en instituciones privadas que se complementan con el accionar del Estado.
Aquellos países que ponderan el valor del adulto mayor y lo
mucho que éste tiene para dar a la sociedad en la cual se desenvuelve, van
mucho más allá. En estos, la persona mayor adquiere otra dimensión y su
función social cobra un sentido especial. Son sociedades que reconocen los derechos de
los ancianos y se abocan a generar políticas públicas con PROYECTOS SOCIALES
que incluyen a esta franja etaria. Esto se traduce en una prolongación de la
expectativa de vida acompañada de una mejor calidad y más inserción
social del adulto mayor. La contratara es un conjunto social que se
retroalimenta y se ve enriquecido con los aportes que sólo puede otorga la
experiencia y la sabiduría que dan los años.
Argentina fue uno de los primeros países del mundo que
proclamó los derechos de la ancianidad
-el 28 de agosto de 1948-:
1.Derecho a la Asistencia
2. Derecho a la Vivienda.
3. Derecho a la Alimentación.
4. Derecho al Vestido.
5. Derecho al Cuidado de la Salud Física.
6. Derecho al Cuidado de la Salud Moral.
7. Derecho al Esparcimiento.
8. Derecho al Trabajo.
9. Derecho a la Tranquilidad.
10. Derecho al Respeto.
Incluidos en la Constitución de 1949, poco tiempo duraron
porque tras el golpe de estado del 16 de septiembre de 1955 la norma fue
derogada y estos derechos se perdieron cuando volvió a regir la Constitución de
1853 que si bien sumó algunos derechos de segunda generación en su artículo 14 bis no tincluyó los derechos de la ancianidad; tampoco se hizo en la reforma de 1994, en la que también se incorporaron otros derechos de
segunda y tercera generación.
Nuestro país claramente tiene una asignatura pendiente en
esta materia y como reflejara José Cesar Rodriguez Nanni en uno de sus
editoriales… “Esto no solo los
ofende sino que tampoco valora que a través de ellos también se refleja nuestro futuro. Nada es mejor retribuido
por nuestros “viejos” como el afecto y el trato considerado, priorizando su
dignidad”.
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