SALUD
Divino Tesoro
Escribe: Lic. MÓNICA RODRIGUEZ
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define que “la
salud no sólo es la ausencia de enfermedad, sino un estado de completo
bienestar físico y mental, en un contexto ecológico-social propicio para su
sustento y desarrollo. La salud descansa en la esfera de prácticamente todas
las interacciones, sociales y culturales y es, con ellas, un componente
sinérgico de bienestar social”.
Visto de esta manera, la salud es un concepto amplio,
complejo, dinámico, abarcativo de las diferentes dimensiones de la vida humana
y componente esencial en términos de cantidad y calidad de vida, a la vez que
contribuye de manera fundamental en la realización de nuestros proyectos
individuales y colectivos.
Una sociedad que piense con visión de futuro, en el
desarrollo sustentable a partir de la distribución equitativa y la igualdad de
oportunidades no puede ignorar el papel determinante que la salud tiene como
derecho humano fundamental y el vínculo estrecho y sinérgico que entre ellos
hay.
El derecho a la salud, como derecho humano, está reconocido
en numerosos convenios internacionales y regionales y puede ser definido a
partir de una serie de elementos que deben estar presentes para lograr su
efectividad: derecho de acceso a los servicios de salud y asistencia médica,
como así también el derecho a condiciones esenciales y determinantes de la
salud (acceso al agua potable, adecuada nutrición, vivienda digna, condiciones
sanas de trabajo y el medio ambiente, acceso a la educación y derecho a la
información sobre cuestiones relacionadas con la salud, incluida la salud
sexual y reproductiva). Hay cuatro aspectos que no pueden estar ausentes:
1) Disponibilidad. Se deberá contar con un número suficiente
de establecimientos, bienes y servicios públicos de salud, así como de
programas de salud.
2) Accesibilidad. Los establecimientos, bienes y
servicios de salud deben ser accesibles a todos en cuatro dimensiones: no
discriminación, accesibilidad, asequibilidad y acceso a la
información;
3) Aceptabilidad. Todos los establecimientos, bienes y
servicios de salud deberán ser respetuosos de la ética médica y culturalmente
apropiados, a la par que sensibles a los requisitos del género y el ciclo de
vida.
4) Calidad. Los establecimientos, bienes y servicios de
salud deberán ser apropiados desde el punto de vista científico y médico y ser
de buena calidad.
El reto es lograr que los Estados articulen su legislación,
políticas públicas y acciones tendientes a asegurar un sistema de salud pública
que incluya todos estos elementos.
En las últimas décadas tanto en Argentina como en el resto
de América la participación ciudadana fue construyendo poder para promover
cambios de abajo hacia arriba. Estas expresiones se han caracterizado por su
capacidad para profundizar prácticas democratizadoras en el sector salud, toda
vez que han llevado la voz de las necesidades e intereses de actores
comunitarios a los diferentes ámbitos de decisión consiguiendo logros como las
leyes de derechos del paciente, salud mental, fertilización asistida,
igualdad de género, celíacos, etc.
Desde la recuperación de la democracia, nuestro país hizo
importantes avances en materia de reconocimiento del Derecho de la Salud, pero
los resultados concretos son insuficientes y están muy lejos de alcanzar
estándares adecuados para el desarrollo.
Mantenemos un sistema fragmentado y segmentado en el que la
federalización de las facultades en materia sanitaria conlleva a una
desarticulación tal que muchas provincias no pueden asegurar mínimamente la
efectividad de acceso a la salud a los habitantes. Del mismo modo, la desigual
distribución de los recursos económicos, humanos, materiales y tecnológicos
entre las diferentes jurisdicciones y dentro de los mismos distritos la
despareja posibilidad de diferentes sectores de la sociedad de acceder al
derecho de salud, repercuten obviamente en las condiciones de equidad y calidad
de vida de la población.
El Dr. Albino (médico sanitarista dedicado al tratamiento de la desnutrición infantil) sostiene que “La riqueza de un país es su capital humano, y si ese capital está
dañado el país no tiene futuro”. No podemos pensar seriamente en el
desarrollo si no abordamos estos temas de manera integral, multidimensional y
multisectorial donde el Estado tiene un rol determinante pero la participación, el compromiso y la solidaridad de los ciudadanos sin duda pueden contribuir a establecer una
estructura social más sólida para
abolir definitivamente las innumerables situaciones de marginalidad, pobreza, falta
de nutrición y de educación que se constituyen en un ancla irreductible para
el Bien Común.
Tenemos que educar a nuestros ciudadanos en buenas costumbres y saludables, tanto para nosotros como para nuestro planeta. Por otro lado, también hay que luchar por la sanidad pública, para que tengan todo el material sanitario que necesiten y mucho más.
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