viernes, 3 de enero de 2014

LA OPINION DE ESPECIALISTAS

SOCIEDAD
CUANDO LA VIOLENCIA SE INSTALA EN LA PAREJA Y/O FAMILIA
Escribe: Clr. MIRTA FLOR

En estos tiempos cada vez más se vislumbra diversas formas de violencias, que varían según el nivel de interacción, el ámbito donde tiene lugar y las formas en que se lleva a cabo.
La violencia manifiesta en nuestra sociedad, se da en gran medida por las relaciones de poder entre diferentes actores, según sea su condición socio-económica, de género, la edad de las personas o bien su ámbito familiar, institucional, social, etc. Otras categorías de análisis es si estas situaciones son de dominio público-privado e individual-colectivo.
En las relaciones asimétricas establecidas con signos de agresión y comunicación violenta, existen diferentes actores que participan del fenómeno, que denominaremos emisores y receptores de la violencia, pero también existen actores que pueden ser complementarios en este orden.
En el primer caso, uno de los espacios más comunes donde un emisor ejerce su accionar violento se produce  dentro del ámbito familiar y, en muchos casos se naturaliza, silencia e intenta resguardar al “ámbito de lo privado” como secreto de familia, falacia que se puede cuestionar cuando la integridad de una persona está en riesgo.
Cuando hablamos de familia por lo general lo asociamos a un espacio de cuidado, guarda, sostén y afecto. Sin embargo, pueden existir modalidades de interacción impuesta por uno de los integrantes del grupo que ejerce su poder de manera arbitraria, intolerante y de maltrato hacia otro/s miembro/s del grupo familiar, sobre aquellos más vulnerables que se convierten en receptores.
La vulnerabilidad puede estar dada por cuestiones de edad (niños y ancianos), por determinante del género a través de la distribución diferencial y jerárquica de poder entre varones y mujeres, por alguna cuestión de capacidad restringida o simplemente por baja autoestima y personalidad, etc.
En esta instancia, es importante desocultar lo “invisible o secreto” de la violencia,  desnaturalizar los actos violentos empezando a cuestionar los sistemas de creencias y las costumbres, así como revisar la dinámica de comunicación e interacción  familiar y/o de pareja.
Para ello, es conveniente trabajar en acciones preventivas y protectoras, en particular con los más vulnerables. Es decir que quienes están siendo receptores de eventuales maltratos, no queden enquistados en ser víctimas de esta situación y puedan encontrar un equilibrio entre la inercia y la precipitación para provocar el cambio para su bienestar bio-psico-social.
Respecto a la complementariedad de la violencia se da cuando la misma se produce entre ambos integrantes de la pareja o grupo familiar en forma circular, como una forma de interacción simétrica que dispara agresión permanente entre las partes. Aquí se debe trabajar en el aprendizaje de nuevas formas de comunicación e interacción entre los miembros.
Este es un momento de renovación, de revisión y porqué no de cambio de aquellas cuestiones que no queremos que se sigan sucediendo en nuestras vidas, en particular aquellas que nos lastiman o hieren a nuestros semejantes, que atentan la integridad personal o familiar. La mejor forma es pedir la ayuda.


Consultas: 3972-9581  /  Cel. 15-5920-1177

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