Imprevisión. Desidia. Ineptitud.
“Jamás hubiera imaginado que el terror pudiera medirse en centímetros cúbicos: Llueve nuevamente en Buenos Aires...” Susana Nicolini
El pasado 2 de abril porteños y bonaerenses sufrimos los avatares de una significativa tormenta que dejó en la capital argentina y en la ciudad de La Plata consecuencias gravísimas que se cuentan en pérdida de vidas humanas, pérdidas materiales y una emergencia sanitaria que con el correr de los días se va agravando.
A medida que las luces de las cámaras y los micrófonos de los medios se apagan para dar lugar a otras noticias, la población que aún padece las consecuencias de las inclemencias climáticas de aquel fatídico día que se convirtió en catástrofe, va quedando literalmente en estado de abandono total y librada a su suerte. Se transforman en “invisibles” a los que nadie atiende. Se agotan haciendo reclamos a EDESUR, al ENRE, al MINISTERIO DE PLANIFICACIÓN que son recepcionados por sus telefonistas pero sin solución.
En la Comuna 11 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires la tormenta pegó con toda su furia. Barrios como Santa Rita, parte de Devoto y Villa del Parque sufrieron inundaciones de hasta más de un metro de altura, con autos llevados por verdaderos ríos y agua que entraba a las casas por doquier para causar verdaderos estragos. Al apagón generalizado que se prolongó por varios días, se mantiene al día de hoy (a diez días de la tragedia) la falta de luz en numerosos sitios donde el servicio nunca fue restablecido y apagones intermitentes en amplias áreas que se prolongan durante varias horas y se repiten día tras día. A la ausencia de suministro hay que agregarle sótanos que permanecen inundados, falta de agua potable en los edificios de altura, personas atrapadas en los pisos superiores por no poder hacer funcionar ascensores y la imposibilidad de llevar una vida mínimamente digna.
Quedarán para el anecdotario popular, algunos comportamientos extremos y hasta dantescos que debieron asumir los vecinos para volver a ciertas condiciones de "normalidad".
En la zona brilla por su ausencia el Gobierno de la Ciudad con un servicio de EMERGENCIA y DEFENSA CIVIL. La Comuna se limita a recepcionar los formularios para los subsidios en su horario de atención habitual y se ha puesto un operativo de contingencia en el club Imperio Juniors (que se extendió del 9 al 12 de abril) para los trámites y subsidios ante el ANSÉS.
En la vía pública han desaparecido los contenedores con lo cual las bolsas de basura están desparramadas por las veredas. Hay lugares en los que surgieron verdaderos cráteres: la tierra se abrió para dar lugar a pozos de más de cinco metros de profundidad, como los de la calle Campana y Beiró ó el de Beiró y Emilio Lamarca, recientemente tapados.
La realidad que nos toca vivir pone en evidencia con toda crudeza la imprevisión de un Estado deficitario a nivel municipal, provincial y nacional que no ha sabido generar y gestionar políticas públicas de infraestructura, mantenimiento urbano, desarrollo y organización social para evitar que una contingencia natural se convierta en una tragedia, y también pone de manifiesto que tampoco dispone de los instrumentos para atender la emergencia que se sucede, ni siquiera tiene capacidad de controlar a las empresas concesionadas de servicios públicos.
Lo único que ayuda a paliar en algo la zozobra que nos invade es la ayuda que surge entre vecinos y el apoyo de las ONGs que brindan materiales y ponen a disposición voluntarios.
...Ahora para colmo volvió a llover!
Como bien expresa una vecina, Susana Nicolini: “Jamas hubiera imaginado que el terror pudiera medirse en centímetros cúbicos: Llueve nuevamente en Buenos Aires...”
Muy buena la nota, pero esa frase final de la señora Susana Nicolini, lo resume todo en pocas palabras.
ResponderEliminarMuy buena la nota, pero el comentario de la señora Susana Nicolini, lo resume todo en pocas palabras.
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