PSICOLOGÍA
¿POR QUÉ QUE SUFREN LOS NIÑOS?
Escribe: LIC. SILVIA JUSTO - DIRECTORA DE CE.SA.MEN.DE.
La infancia no es un proceso de desarrollo natural, sin saltos ni obstáculos a pesar de que no existan situaciones traumáticas, o que el niño no pertenezca a una familia problemática o marginal, aún cuando los padres realicen afirmaciones del tipo : “Nuestro hijo es un niño deseado ...” “Nosotros nos queremos mucho y lo queremos mucho a él...” o “Ha tenido y tiene una infancia muy feliz, sin ningún trauma...”, incluso así el niño puede sufrir.
Si los padres – fundamentalmente la madre en los primeros años de vida - a través de su voz, su mirada, su calidez o frialdad, su amor, indiferencia o rechazo, su desamparo o sostén lo conciben como una persona con su individualidad propia se constituirá como tal. Si por el contrario lo tratan como una “cosa” que hay que hacer callar, dormir ,alimentar , cambiarle los pañales y bañar su lugar como persona no adviene.
Un niño ya desde antes de nacer tiene un lugar preparado en las fantasías de esos padres: el deseo particular de esos padres para ese niño es fundamental para su desarrollo y lo capta e interpreta a partir de esos primeros intercambios y cuidados principalmente con la madre. Pero ese proceso de “subjetivación” ( de hacerse sujeto psíquico que termina al finalizar la adolescencia habiendo tomado los trazos subjetivos que le vienen de la infancia) es siempre complejo y tiene discontinuidades y contradicciones. Los síntomas o problemas de un niño y los conflictos que vienen a expresar, se van construyendo y forman parte de cualquier estructuración psíquica. Son frecuentes en el niño los problemas con la alimentación, con el control de esfínteres, el sueño, la aparición de pesadillas, los problemas escolares, el mal manejo de la ansiedad o de la hostilidad, las fobias entre otros.
La problemática se constituye cuando ese síntoma o malestar queda enclavado en el tiempo.
Es probable que los adultos tiendan a desestimar el sufrimiento de los niños porque es muy duro pensar que un hijo pueda sufrir sin que inmediatamente los padres se sientan culpables por ello y también es cierto que un problema importante de un hijo debería hacer que los padres se plantearan ciertas preguntas, pero no se trata de buscar culpables. La posibilidad de preguntarse hace que tenga efectos positivos en el hijo no como una cuestión mágica si no que estas preguntas implican un cambio de posición en estos padres y esto conduce por añadidura a una mejoría en el niño.
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