jueves, 22 de octubre de 2009

EDITORIAL (Octubre de 2009)


MERECIDO HOMENAJE



El “Día de la Madre” es un merecido homenaje para el ser que da fundamento a nuestra dignidad y a la familia que es el origen y célula de la vida social, como el máximo bien del ser humano y la finalidad más sublime como mujer, ser MAMÁ, que la reconocemos en nuestros primeros balbuceos y rememoramos en el final.
En este contexto, la Nación que no lo hace prevalecer o descuida a la familia, esta deteriorando su futuro, de allí que debemos evitar la incertidumbre siendo primordial ejercer derechos, cumplir deberes y distribuir las cargas y los bienes cumpliendo la ley.
En el gran tejido social de nuestro país, la función de la Madre crea grandes hábitos de solidaridad y contribuye como fuerza equilibradora, haciendo posible asumir virtudes, preservando actitudes humanitarias y comprensivas. La esperanza de todos para una justa distribución de bienes y servicios, que nos posibilite la integración de cada núcleo familiar, tiene en ese cometido un baluarte en cada madre que a pesar de todos los avatares y a veces incomprensiones, es un factor de unidad y fraternidad.
La cultura de un pueblo está íntimamente condicionada por la reformulación de una escala de valores, donde el bien común tiene un carácter dinámico, jugando un papel relevante este ser cuyo principal privilegio es fortalecer las fuerzas espirituales de nuestra vida, con amor y devoción, que quienes lo gozaron desde la cuna, tienen ese recuerdo imborrable.
La persona humana, como miembro de la comunidad política está subordinada al bien común y también bregar por su propio perfeccionamiento con sentido amplio y de participación, con el derecho de ser artífice de su propio destino, jugando aquí un papel decisivo el recuerdo y el cariño de la madre que marcó con los primeros pasos las fuerzas espirituales que se reflejan en nuestra identidad.
Para los que la tienen vigente o para quienes no poseen ese privilegio, rendir un homenaje a una persona de tanta importancia en nuestra existencia, es quizá no solo reconocer su dimensión, es valorizar el porque de nuestra vida.
¿Usted qué opina?
José César Rodríguez Nanni.

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